Amor Índigo

La espuma de los días.

El título original de esta historia parece más adecuado para lo que relata la historia de Amor Índigo.

La levedad y el peso. Claro.

Tenía que reencontrar estos tópicos relacionados con el amor, porque cuando vemos las cosas que nos encontramos generalmente las relacionamos con otras que conocemos.

En el caso de la nueva película de Michel Gondry (a quien muchos recordamos por Eterno Resplandor de una mente sin recuerdos), los elementos surrealistas o de sueño son muy importantes para contar una historia que puede resumirse en dos líneas: chico conoce a chica, chico se enamora de chica, chico se casa con chica, chica enferma durante la luna de miel y la costosa enfermedad deteriora su vida en común.

La vida de Colin parece ser perfecta cuando lo conocemos: inventor y generoso, parece dividir sus días en tertulias con amigos y en decidir como gastará las enormes cantidades de dinero que tiene en resguardo en su caja fuerte.

Las cosas cambian cuando conoce a Cloe en una fiesta y su vida se llena de los oropeles románticos que a todos nos gustan (con un poco más de surrealismo, claro, porque el director incluye un viaje entre las nubes, bailes con música de Jazz que estira las piernas y una excursión a un túnel abandonado lleno de árboles.

La belleza de la relación sufre un cambio cuando Cloe adquiere una extraña enfermedad, en la que un lirio de agua se aloja en sus pulmones: el antes despreocupado y feliz Colin tiene que afrontar las dificultades económicas que conlleva tener una esposa enferma y busca trabajos cada vez más desgastantes y desesperanzadores.

Los colores de la película van cambiando del brillo y la alegría hasta la opacidad y la muerte; todo lo que la enfermedad va marchitando y envejeciendo toca también a la casa y los amigos de Colin y Cloe: la simpática afición de su amigo Chick por un escritor se convierte en una malsana obsesión que lo lleva a la miseria.

Visualmente sorprendente, en ocasiones algo lenta, dan ganas de darle un empujón hacia el final, cuando la narrativa se vuelve dolorosa y requiere de una eutanasia visual.

Vayan a verla y luego me cuentan si creen que merece las cuatro estrellitas que yo le concedería.

D.


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