Sombras, nada más.

Hoy fui a Tlalpan, al Primer Festival Gastronómico de la Asociación de Restauranteros del Sur de la Ciudad de México, en donde, además de la oferta culinaria (había una variedad de restaurantes en torno al centro de la Delegación con mesas y platillos varios) hubo música en vivo.

Yo adoro la música, es de mis pasiones desbocadas favoritas... Y hoy se fueron de boca de la forma más deliciosa, porque me encontré gritoneando "Otra, otra" mientras el cantante de música vernácula se esmeraba con "Urge", "Cielo rojo" y "Un puñado de tierra".
Creo que la apoteosis de la jornada fue cuando el cantante entonó "Esclavo y Amo", con lo que no pude dejar de recordar que le debo su entrada luctuosa a Javier Solís...
Ya sé que soy lo peor, por no haber puesto nada el día de ayer, aniversario de la muerte del único hombre que conozco que ha fallecido por beber agua. Cuenta la leyenda urbana que después de hacerse una operación en la que le extrajeron la vesícula biliar ignoró las recomendaciones del médico y se tomó una jarra de agua fría. Como resultado de este desacato tuvo un paro cardiaco que le costó la vida.
Javier Solís interpretó en su carrera canciones muy buenas entre las más recordadas están "Sombras", "Entrega total", "Payaso", "La mentira" y "Sabor a mí", que fueran escritas por compositores de la altura de Alvaro Carrillo... (pero esa es otra historia)
Solís cantó en los funerales de Pedro Infante y se le ocurrió morirse unos días después que él... así que muchas veces el "Rey del bolero ranchero" queda un poco opacado ante el retumbar de fanfarrias de don Pedro Infante.
Pero hay que rendirle honor a quien honor merece... y como dice Sabina, el sombrero sirve para quitarselo cuando es necesario.
Larga vida al Rey del bolero ranchero.
D.

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