Como siempre,
me ha esperado donde el sentimiento se va jugando entre los barrotes.
Abierta, cerrada,
la prisión de esta piel, esta carne quiere escapar.
Ay, te necesito tristeza...
Ay, te necesito duelo.
Quiero romperme la cabeza y sacar este coágulo rojo de palabras atrofiadas,
ese puñado sanguiñolento y visceral de ideas:
se cocen en el cerebro,
se masifican,
son una mórula,
moronga negra,
deseos de venganza.
Cruza en mis ojos esa nube negra:
aumenta una dioptría en el ojo izquierdo
y media más en el derecho,
hasta enfocar lo que deseo
y surge como rayo negro,
vengador escarlata...
rápido sonido,
áspero rasguño,
firme golpe seco.
Vuela destrozado ese pensamiento que rondó en mi cabeza:
quisiera aplastarte, escarabajo biselado;
quisiera triturarte, cucaracha de Macedonia;
quisiera destrozarte esos dientes que hablan de piel mojada
y sed no saciada.
Sed, sed, quisiera dejar de beber...
Esa sed me mata.
Veneno rojo en la piel, escorpión, serpiente, aguijón de abeja...
Muerete con tu abdomen enterrado en mi carne.
D.
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