El peso específico de las palabras

Desde niña me han gustado las palabras. Creo que fueron de mis primeros juguetes, a falta de algo más mordisqueable, esponjoso, jugoso, deleitable...

Me gustaba como crujían con el verbo crujir y como murmuraban, borboteaban o gorjeaban en mi boca, según fueran apareciendo.

Aún me gusta dejar que tomen significados nuevos y se escapen.

Mi tío dice que una vez, a los cinco años, le inventé una historia con marcianos verdes. Yo no me acuerdo de nada de eso, pero dicen que siempre he cantado y recordado canciones con bastante facilidad, con la facilidad de una rocola ¿quizá?

Con el tiempo me dijeron que ese juego que tenía yo con las palabras era peligroso, que cada palabra tenía un peso específico, una densidad, número atómico, Mol y otras específicaciones técnicas... Me dijeron... Hay palabras que estallan, hay palabras que hacen daño, hay palabras rebuscadas en las que te pierdes, como por ejemplo... Intríncado.

Hay palabras que provocan guerras y otras que hieren en el ego, hasta que el alma se desangra presa de algun misterio.

Y yo les hice caso y reduje mi vocabulario a un par de palabras y dejé mis experimentos con ellas por un rato... Y estudie comunicación para aprender a domeñar las palabras, para saber como hacerlas brincar por un aro, para domesticarlas como se domaría a un tigre pequeño, a una fiera que ha sido despojada de la ternura de su madre y es llevada entre barrotes, donde no sabe nada, nada... No conoce nada, nada... Y no sabe que hay una selva de letras allá afuera.

Pude haber estudiado Letras.

La verdad es que me dio miedo y me sentí incapaz de contravenir la opinión de mis padres que me advirtieron del peligro de buscarse "profesiones sin futuro"

Antes hacía poesía. Bueno, intentaba... la verdad la poesía es algo muy complicado de entender, sólo sentía que era como dejar volar a un elefante... O permitirle bailar ballet, para recurrir a una imagen de Fantasía...

Lo bonito de estudiar comunicación fue... la posibilidad de vivir una vida doble, en el límite de las cosas, entre las palabras químicamente puras que se combinaban en una mezcla exacta, como H2O... Y las posibles explosiones a las que me arriesgaba a diario...

Combinando Bromuro con Clepsidra, o Dromedario con Astrolabio...

Esas mezclas explotaban en mi boca y me hacían pensar en ese mundo que vislumbro a girones, quizá un mundo menos predecible, pero también deseable.

Yo pienso... pienso muchas cosas, pero hasta el momento no he podido dejar de caminar en el borde entre los dos mundos, el ordenado y el caótico. También en eso había pensado y también lo olvidé alguna vez...

D.

4 comentarios:

Mar dijo...

Las palabras... muy buen escrito, mi estimada D.

¿Letras? Habrías sido una excelente portadora del título. Pero mírate, Lic. en Ciencias de la Comunicación, y toda una escritora con mayúsculas.

D dijo...

Usted dejese querer por las palabras.

:)

Mar dijo...

Ay, qué raro se siente llegar a tu blog y no encontrar una entrada nueva! si tú posteas con mucha frecuencia!

Bueno, ni modo.
Abracitos!

Espaciolandesa dijo...

Siempre podrás estudiar Letras.

Yo soy Lic. en Matemáticas y quiero estudiar Diseño de modas.

Ah... y mi palabra favorita es "cucurucho".

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