Manual de la moderna Cenicienta

Hoy platicaba con Mimí sobre un libro llamado "Psicoanálisis de los cuentos de hadas", el cual consulté para mi tesis.

Además de ser un libro bastante interesante, me quedé pensando en una entrada que iba a escribir en la semana, por varias cosas que pasaron:

1. En el trabajo hablamos de los peores "osos" de nuestra vida, por supuesto, me acordé de la escena clásica donde perdí el zapato en el concurso de escoltas y nos descalificaron.

2. Le pregunté a mi hermana sobre sus planes al terminar la carrera y me dijo que deseaba casarse con alguien rico para que la mantuviera. (Supongo que lo dijo en broma... creo)

3. En realidad pasaron una versión de la Cenicienta en la tele! Sólo que en lugar de ratón había un taxista.

4. En el radio, Patricia Kelly regañó a otra mujer de esas que quiere que llegue el príncipe azul a salvarla...

5. Y yo... incluso me sentí como predestinada para ser salvada de las garras del malvado dragón, por una buena noticia que recibí en la semana.

¿Cómo resistirse al encanto que tiene pensar que una será salvada? ¿Cómo no creer en la magia del amor verdadero, de las puertas que se abren con sólo desearlo, de la belleza de un zapato olvidado?

¿Cómo reescribir un manual para las modernas Cenicientas, si ahora hay que explicarles que nadie vendrá a salvarnos, que nadie terminará la carrera por nosotras, que nadie buscará un mejor empleo si uno no abre ni la sección del aviso oportuno, que ningún taxi se para si no levantas siquiera la mano, aunque sea media noche...?

Yo dejé caer mi zapato, con funestos resultados, cuando tenía doce años...

Ahora debo ponerme los zapatos y caminar hacia la puerta, porque allá afuera está el único camino que me queda por perseguir, ahora que soy una moderna Cenicienta.

D.

5 comentarios:

Mar dijo...

Renunciar a la posibilidad de que un príncipe llegue a rescatarnos montado en su blanco corcel, cuesta mucho trabajo.
Duele igual que aceptar que los reyes magos no existen.

Pero ni modo, es parte del proceso de crecer, creo. Al menos ahora sabemos que los zapatos caídos hacen perder puntos en los concursos de escolta y no provocan que un príncipe se enamore de nosotras. Y descubrir eso, ya es una ventaja. (Así no tendremos el síndrome de Belinditis, y no titularemos nuestro blog: "Tengo 30 años y estoy en busca de mi príncipe" jajajá).

Anónimo dijo...

Coincido con Mar...
Podrías caer en excesos patéticos como intitular tu blog "Aun no tengo 30 y estoy en busca de cualquiér cosa".

Pero como sea, sólo pasé para avisarte que mis pingüinos decidieron otrogarte el galardón "Equino Aqueo" al mejor regalo de cumpleaños.
Muchas gracias y saludos.

Espaciolandesa dijo...

Me declaro enemiga de esos cuentos de hadas.

Creo que ellos y las telenovelas son los culpables de muchas actitudes femeninas que los hombres no entienden porque simplemente no han estado expuestos a ellas desde pequeños, como nosotras.

En fin... estas cosas me causan sentimientos encontrados.

Darina Silver dijo...

Mar:

Siempre sospeché que los reyes magos no existían, porque una noche antes del día de reyes podías encontrar regalos bajo el lavabo de la casa.

Ladahir:

Gracias por tan distinguida presea, prometo hornarla y cuidarla a capa y espada.

Pequeña Saltamontes:

Si... a todas nos causa algo de problema eso de aceptar la realidad. Jo.

D.

Anónimo dijo...

cálmate Chenoa, jejeje

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