Colores, sabores e instantes

Todo empezó esta tarde, con el color "camote"; pienso que nadie debería tener el derecho de ponerle el nombre de una raíz a un color, de hecho, todas esas variaciones se me hacen aberrantes y rarísimas...

Melocotón
Durazno
Mamey
Berenjena
Aguacate

Al rato a alguien se le ocurrirá escoger un color manzana... afortunadamente hay manzanas de diferentes colores, pero creo que eso se presta al equívoco.

¿Qué color quieres cuando quieres algo color Aguacate? ¿Verde, negro?

¿Y el color sandía es rojo brillante?

Entiendo a la perfección aquel manifiesto de los hombres que circula por internet... Hay cosas que simplemente deberíamos conservar lo más simple posible.

La paleta de colores del espectro visible al ojo humano es muy amplia, pero no le podemos poner nombre a todo...

Ese verde azuloso, estilo cyan, que quedó pirograbado en mi alma en aquel atardecer que no tuvo dueño, ni nombre, no se me va a olvidar.

Y no necesito asociarlo con ninguna comida para transmitirlo.

Quizá porque algunos colores son igual que placeres solitarios, que no pueden ser transmitidos.

Así como algunos sabores, como el sabor del beso del hombre que amas, no puede ser comparado con nada, pues se perdería el goce poético de saber que ese momento, ese color, esa sensación y ese instante es único y se inventa solo para ti.

D.

2 comentarios:

Yareli dijo...

Qué bonisto post.

He besado un par de hombres que comparten un rasgo común: saben a cerveza o alcohol.

También ese beso de amor queda indescriptible, flotando en mi memoria.

J.M. Ojeda dijo...

Es bonito lo que dices.
Saludos de J.M. Ojeda

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