De las marinas

Los versos que se pueden leer a continuación son un proyecto del verano que termina (en este lado de la tierra, al menos).

Este año no fui al mar. Entre la crisis económica, el desempleo y el hecho de que la arena está sobreestimada (sólo son piedrecitas muy pequeñas, en realidad), no fui.

Mis papás si fueron, pero yo me quedé en casa para asistir a una entrevista de trabajo donde finalmente no me contrataron.

De todas formas no importó mucho. Puedo ponerme salada y melancólica en cualquier sitio, lo he comprobado.

Baste ver el poema de José Gorostiza, que me acompaña siempre.

¡El mar, el mar!
Dentro de mí lo siento,
tan sólo de pensar en él, tan mío,
tiene sabor a sal mi pensamiento.

Las marinas son dedicadas a algunos de mis amores perdidos, incluído el más reciente. (¿Se me perdió? ¿Lo extravié? ¿Lo abandoné y no me di cuenta? ¿Me abandonó y no ha tenido ganas de explicarme por qué?)

La felicidad también está sobreestimada.

Hacía mucho que no me proponía escribir versos. Sería porque estaba reseca por dentro o dormida, o feliz. La felicidad es una forma de resequedad, porque cuando uno llora se humedece toda, la almohada incluída.

Estoy triste, sí, pero me da gusto volver a tener ganas de escribir versos. Supongo que no se puede tener todo.

D.

3 comentarios:

fher dijo...

no hay buenos versso sin cierta melancolía...
de todas formas la felicidad no esta del todo mal, no?

besos

Onminayas dijo...

Pues, sin pretender halagarte gratuitamente, me has hecho disfrutar con tus marinas...

Y si no sonara tan mal, también te diría que ha sido una lástima que no hayas tenido más desamores... Aunque sea muy egoista por mi parte vivir de aquel dolor tuyo.

Besos.

Darina Silver dijo...

Fher:

La felicidad no está mal. Sólo sobrevalorada.

Onminayas:

Me da gusto que las disfrutes, en realidad yo disfruto escribiendolas. Por el momento es lo que más puedo disfrutar.

D.

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