México me atormenta Vol. III

Transportes Vol. III

"Esquina bajan..."

Título de una película mexicana
y frase recurrente en el transporte público.


El proceso de transformación de cualquier población humana en ciudad incluye la sistematización de los servicios públicos y, sin duda, uno de los servicios públicos más importantes se refiere al transporte.

Y es que, realmente se ha recorrido mucho camino desde el tranvía de mulitas, hasta los taxis bicromáticos, el metrobus y el metro; pasando por el tranvía que marcó la vida de la pintora Frida Kalho, cuando sufrió un accidente que tuvo como consecuencia que fuera sometida a múltiples operaciones.

Pesé a la estrechez del caso, no puedo evitar expresar mi fascinación por el Sistema de Transporte Colectivo Metropolitano, el metro, esa serpiente naranja que tiene ya 41 años y que no deja de asombrarme...

Pero quizá, si de hacer historia se trata, debería uno remitirse a las estaciones de tranvías que partían del centro de la ciudad de México; que posteriormente fueron retiradas por "afear y obstaculizar la vista de la catedral metropolitana".

Ver litografías de como sería aquel centro de México, rodeado de tranvías, hace que uno evoque tiempos idos, de los que quedan dos o tres ejemplares para turistas, que hacen circuitos históricos entre callejas que ya no tienen adoquines.

Y es que el transporte en México siempre estuvo ligado con esa dificultad de las calles de mantenerse en buen estado; sea por el hundimiento nacional de la urbe o por el simple descuido y falta de mantenimiento.

La primera proeza era evitar los lodaceros y las polvaredas que se levantaban por doquier en la ciudad; incluso cuenta mi padre que en las cercanías se hacían remolinos de polvo que se veían a varios kilómetros... sin contar el barro chicloso que se pegaba a las ruedas de todo vehículo que pasara por las calles sin pavimentar de la ciudad.

Poco a poco esa batalla se fue ganando y, aunque al principio había mucho empedrado, el concreto o el asbesto se proclamaron triunfadores.

300,000 vehículos circulaban en el siglo XIX en la ciudad de México. Para esa época, eran muchos vehículos... y aún nos faltaría ver muchos más, pues asomarse a cualquier vialidad de esta ciudad es ver una hilera de hormigas de luz moviendose despacio: principalmente en las vías rápidas, en las horas pico.

Pienso en los taxis bicromáticos recién impuestos en dorado y rojo; porque, de cierto modo, extraño el caos cromático que existía en relación a los vehículos de alquiler: había taxis color coral, unos verdes brillante, unos blancos, los del aeropuerto, los taxis "piratas" (simples vehículos de diversos colores con el letrero brillante de taxi).

Y es que la diversidad y la falta de orden pareciera regir el transporte... desde la colorida variedad de las "peseras" (llamadas así porque originalmente costaban un peso) hasta las extrañas políticas que han regido la llegada y desaparición de la ruta 100.

Ahora hay "Ateneas", autobuses exclusivos para el transporte femenino (iniciativa copiada del gobierno ruso, con la finalidad de limitar el acoso sexual) y el metrobus rojo, que parece un distintivo al mejor estilo inglés, con sus letreritos luminosos...

La ciudad se sigue moviendo; pero a veces olvidamos que nosotros somos sus pies, garras, tentáculos.

D.









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