Y de repente, me convertí en esa persona que nunca quise ser.
En esa persona que miraba con malos ojos, con mirada de reproche, con la condescendencia de quien sabe que está del lado correcto de la acera.
Siempre me ha molestado ese mal hábito de las personas que llegan tarde...
Pero esta semana he llegado más tarde que nunca en mi vida.
Citas, compromisos e incluso mis talleres: he llegado tarde.
Me sentí taladrada el miércoles, cuando irrumpí con ruido en ese pequeñisimo salón; además de que, a mi juicio, hice un ruido tremendo...
El profesor me espetó un: "no puedo repetir todo lo que ya he dicho, pero..."
Y las risas de todos me hicieron pensar... ¿Será verdad eso? ¿En algún momento todos terminamos por convertirnos en quien odiamos?
D.
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3 comentarios:
Uy sí.
Yo siempre repudié las actitudes oficinosas de tipo: "¿Vas a bajar, chula? ¿Te encargo una CocaCola de la máquina?" mientras la oficinista en cuestión se lima las uñas.
Ya lo hago.
Cuando uno se da convertido en otra persona, tambien se da cuents que el trayecto de vuelta es largo...pero hay que atravezarlo para recuperar quien fuimos... Saludos
Mar:
Eso nos enseña que más rápido cae un hablador que un cojo.
Natalia:
En verdad espero que exista camino de vuelta. Gracias por pasar por la calle, se bienvenida siempre.
D.
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