Un mundo de papel

Ayer, mientras iba en el metrobus, miraba por la ventana las calles...

Los nombres se iban sucediendo y volví de nuevo los ojos a mi libro de Bolaño.

Pensaba en como las calles que él describía se habían transformado, hasta que de ese espíritu que él plasmaba en letras no quedaba casi nada...

O quizá si, ese mundo de papel, de alas delicadas, mariposa disecada para el estudio de unos cuantos.

Hace poco leí que dos o tres intelectuales decían que el arte en México seguía siendo elitista...

Elitista.

Que curiosa palabra.

Me pregunto si es una palabra para los desterrados o realmente un halago.

La gente que tiene acceso a los mundos de papel, a veces se pierde de esos otros mundos...

Justo eso pensaba ayer, mientras le rascaba la panza a tres gatos (casi simultaneamente, aunque eso es dificil).

Vivo en un mundo de papel, con un montón de palabras que saltan (como gatos) y se enroscan.

Hay ropa en la tina de la lavadora... y yo sigo oliendo el perfume de mis flores de papel, en este miundo que he construído a modo, para sentarme en cómodas sillas decoradas con trazos de grafittis urbanos. Mundos inventados en bits y bytes. Mundos de acceso cerrado, elitistas, pero solitarios.

A veces me siento la Rampunzel de la Torre de Papel.

No ha llovido y pienso en que en algún momento quedaré varada en un montón de papel maché, mojado y turbio, con trazos de tinta...

De vez en cuando pesco una conversación de esas que están en el mundo real. Estibadores que regresan a casa y recuerdan borracheras. Mujeres que discuten con sus novios por teléfono. Aquella amiga que quiere adoptar un bebé de su prima, que se embarazó a las 14 años.

Historias que me dan ganas de manipular, hasta volver algo manejable. Fragmentos de la realidad que no puedo digerir sin inventar de nuevo.

Elitista...

Me pregunto si elitista será una de esas palabras eufemísticas, para los que no podemos lidiar con el mundo y tenemos que inventarnos otros.

¿Eso es el arte, me pregunto?

¿Eso era?

Manejar el dolor, el ácido de la vida con unos guantes...

Los ojos me queman, me escoce la piel la realidad y el tiempo.

Quisiera encontrar las palabras justas para decir las cosas buenas: te quiero, te amo, eres mi verdad, mi todo. Pero también me da miedo, porque esas palabras, en el mundo real, también son frágiles y se quiebran.

D.

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