El dìa que dijo No

Brenda subió al pesero, como a diario. Llevaba su bolsa de mano abrazada, como recomendaban en la televisión. Ese día no se había molestado en ponerse aretes, ni en pintarse demasiado. A veces pensaba que su jefe le daba la misma utilidad que a una engrapadora: sólo se percataría de que estaba allí si un día no llegaba, igual como sólo echaría en falta la engrapadora si se le acabaran esos alambritos con los que unía los papeles.

Brenda hacìa horas extras en la oficina, en la espera de algún día ascender de puesto. Por ello luego se le dificultaba cumplir las solicitudes de su madre: "¿De regreso a casa no podrías traer un litro de leche? Mira, a tu hermano le hacen falta un kilo de avena y otro de granola, para sus licuados y a tu padre le hace falta..."

Pronto un litro de leche se convertìa en cualquier cosa. Y cualquier cosa se convertía en una imposibilidad para salir con su "novio". Ella le decía su novio, aunque era dificil saber, porque él llamaba cada vez más espaciadamente, ocupado en algún proyecto secreto que igual podía ser una mujer, un cohete a Marte o una bomba atómica.

Imposible saber, así como imposible era localizar a las amigas, que le pedían cada sábado que se vieran y luego se disculpaban porque "Les dolía una muela", "Su perro estaba por parir cachorritos" o quizá en esa ocasión tenían un bautizo... "repentino, impostergable..." Pero "¿No te importa, verdad? Nos podemos ver otro día..."

La respuesta sería Sí. Sí a las horas extras. Sí a llevar la despensa completa de la semana. Sí a postergar esa cita, la siguiente cita, la vida entera.

Algunas veces Brenda se sentìa culpable de no saber decir No. En voz alta, fuerte, firme. A veces se molestaba mirandose al espejo, con esa timorata blusita café que se había comprado hace diez quincenas, sin atreverse a gastar más en invertir más en ella.

Evitaba con una sonrisa las muestras de catálogos, pues sabía que tendría que decir que Sí, de sólo abrirlos...

Y ahora llevaba uno en la bolsa de mano, marcado con algo bararto, elegido especialmente para evitarse la pena de decirle que No a Isabel, la recepcionista.

En eso pensaba cuando una voz la sacó de su ensueño: "¡Esto es un asalto cabrones! Saquen todo lo que traigan!"


Brenda comenzó a buscar el monedero en su bolsa de mano, cuando de pronto se le ocurrió una idea. El tipo que estaba asaltando el pesero ya había llegado a su lugar.

- Dame todo lo que traigas, rápido- dijo, agitando una navaja cerca de ella, pero aún en el aire.

- No. - Le sorprendió la firmeza de su voz, la determinación que existía en la consonante y la vocal, al pronunciarlas juntas. NO

El tipo se mostraba desconcertado, pues sabía que una sola persona podía poner el mal ejemplo, así que le hizo un gesto a su cómplice, que tenía una pistola.

- Ocúpate de esta.

- ¿Te estás haciendo la dificil, perra? Te dimos una orden - El tipo de la pistola tenía una gorra negra y la ceñida camisa blanca dejaba ver una rosa tatuada sobre el hombro. Brenda se fijó en eso antes de que la cacha de la pistola se le estrellara en la mejilla.

Nunca la habían golpeado. Las personas del pesero se mostraron temerosos, preocupados de que su actitud rebelde provocara un tiroteo.

- Dame lo que traigas. ¡YA!

- No.-Las palabras en esta vez surgieron más temblorosas, pues sentía la boca llena de sangre.

Los tipos parecían tener prisa, así que dejaron de insistir y bajaron en la siguiente esquina; no sin dedicarle una última mirada de odio. Los pasajeros también la miraron extrañada, como a un bicho raro se le mira:

- ¡Que imprudente! Pudieron haberla matado, ¿Qué no ve? A esa gente no le importa nada.

Todo era un remolino en su mente. Su boca sentía un espacio vacío al igual que su estómago. Tenía ganas de volver el estómago.

Bajó del pesero tan pronto como pudo. Caminó un par de cuadras y abrió su monedero. Tenía 20 pesos, un boleto del metro y una nueva palabra en su vocabulario.

D.

2 comentarios:

JM dijo...

Ojalá existieran más Brendas.

Darina Silver dijo...

No estoy segura. Parece un camino duro.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...