Todos sabemos que los espejos engañan. Si los sentidos suelen engañarnos, ¿qué podíamos esperar de un espejo?
El espejo sólo refleja la luz, pero no sólo la luz: también refleja una idea o una obsesión que tenemos en la mente.
"Mi nariz es muy larga, mis pechos muy planos, estoy gorda, necesito quitarme esta mancha, mi boca es muy delgada... yo sería más bella, más guapa, más feliz sin tan solo..."
A veces pienso en los espejos, en como los hacemos testigos de nuestra inseguridad, al punto de llegar a tener un aunténtico trastorno: el trastorno dismórfico corporal.
Cuando llegas a ser diagnósticado con trastorno dismórfico corporal es que tu obsesión con tu cuerpo o tu imagen es médicamente insalubre, pues tun autoimagen está gravemente dañada y distorcionada.
He visto a muchas de mis amigas obsesionarse con detalles de su cuerpo, su complexión o su rostro. La distorsión de nuesta imágen personal, que tiene su origen en comentarios de la infancia, en repetidas imágienes de la publicidad, en todos los medios.
Y es que el sentirnos distintos de lo que en realidad somos únicos, pero nuestra imágen personal es la que realmente cuenta.
D.
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