Historia de una gata blanco y negro

Paseaba en la noche e iba a ser una noche como cualquiera. Pero se cruzó en el camino de una pareja de amigos que iban en busca de tacos.

Ellos iban a tomar el camino contrario, pero algo en el aire los llevó a esa calle oscura, en las inmediaciones de la plaza de toros y dieron con ella.

Ella se escondió, acostumbrada a escapar de los extraños. Pero él la vió y la tomó en sus brazos.

Ella, como reacción, empezó a ronronear. Era muy pequeña para la pelea y fue lo primero que hizo. Luego la cambiaron de manos y en brazos de ella tembló un poco. Había llovido y su pelaje estaba algo mojado.

Él sacó una bolsa de tela en la que había llevado otras cosas y con la jareta, ajustó su cuello con cuidado. Le pidió a ella que la llevara y, después de alguas quejas, reclamos, lamentos y argumentos que no fueron escuchados, ella accedió a llevar a la gatita a casa...

Y bueno. Aquí estmos.

Desde el domingo tengo una gatita negra con blanco en casa. Se la pasa ronroneando y le gusta dormir encima de la lavadora. Le gusta la leche y las croquetas que le compré. Ayer anduve cargando cerca de seis kilos entre la arena y su bolsa gigante de comida.

Al llegar a casa mi papá dijo: ¿Un gato? No inventes...

Y a la media hora la perseguía con la cámara para tomarle fotos.

Mi hermana dijo algo así como: -Ay, no Mayra!

Y fue la primera en dejarla dormir en su regazo.

Y mi madre... bueno, mi madre hoy le hablaba como a un niño pequeño.

Ya tengo gata. Y ella tiene casa.

D.



1 comentario:

Unknown dijo...

Más o menos igual conseguí mi gato...
Es interesante cómo son cariñosos y "desdeñosos" al mismo tiempo. Felicidades por la nueva integrante de tu familia.

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