He escuchado que a veces lo que nos "Choca, nos checa" y que el temor también llama a las cosas.
Resulta que entre mis múltiples confrontaciones ideológicas, está la paradoja dinero-frivolidad-felicidad.
De acuerdo a lo que me han enseñado toda la vida, el dinero no hace la felicidad, ni tampoco las frivolidades y comodidades que pueden adquirirse con dinero.
La felicidad, por otra parte, es un concepto más elusivo, que tiene que ver con la realización de objetivos concretos, con instantes en que te das cuenta de que todo está fluyendo con armonía.
Y últimamente no logro hacer que las cosas fluyan, pues me he enredado en lagunas mentales sobre que será mejor; he dejado de hacer, pero también me he puesto nuevos objetivos, que se están materializando.
No estoy muy segura de conocer esta nueva que soy. Me siento acosada por los demonios de lo que alguna vez renegué, por cierta frivolidad que criticaba.
Cómoda, sí, pero no del todo; realizada, sí... en algunas cosas y en otras en proceso. Estudiando y aprendiendo cosas nuevas, sí... pero no convencida de que sean las que quiero para llegar a mis objetivos. ¿O será necesario plantearse nuevos objetivos?
Ayer me confrontaron directamente y mirándome a los ojos me preguntaron: ¿Pero no estás negada a aprender más de esto?
Y yo dije que no. Que me parecía interesante.
Y es cierto.
Sólo que esta que soy, esta a la que le parece interesante, no es la misma de hace un año y me siento extraña, acomodándome a mi nueva piel.
Aún así creo que no tengo una respuesta definitiva, pues la felicidad (tan esquiva) sólo se alcanza con el equílibrio y aún estoy lejos de eso, acosada por mis demonios y peleando contra mis fantasmas.
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2 comentarios:
Entiendo perfecto la sensación. Me encanta tu manera de describirla.
Si, quizá las personas que fuimos educadas con un espiritu idealista o quizá excesivamente romántico de lo que era "trabajar" tenemos a cada rato esas confrontaciones con el mundo.
Pero no vamos tan mal, creo. Espero. Espero.
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