Periodismo, mariposas y amnesia.

Gimnasios históricos donde nunca creí entrar y lugares que nunca creí conocer.

Sueños que no creía posibles: despertar y saber que tienes ante ti la expectativa de lo nuevo, lo diferente, lo impredecible: lo fantástico maravilloso que sólo en sueños te prometías vivir.

Vivir así es lo que te mueve cada día y alimenta tu alma... y sin embargo...

Cada día está hecho de promesas nuevas que puedes recoger a puñados como mariposas muertas, que tomas del piso y guardas en los bolsillos, como un niño descuidado que va a guardar esos especímenes (recuerdos) en tablones con alfileres de colores.

Cada voz recopilada es un murmullo, la tos de un moribundo. Es recogida, analizada y exprimida hasta sus últimas consecuencias y luego pasa al olvido en una lista de bajas donde quedan los horrores de la guerra como una estadística: lo nombres se van borrando y son difíciles de apreciar en la memoria.

La labor diaria del periodismo también tiene mucho de amnesia.

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