Me gustaba comentar textos. Nunca perdía ocasión en clase o en las adjuntías en las que participé para dejar comentarios al margen. Estuve en más de 5 talleres literarios y cuando tenía menos de 18 años formé parte de varios foros donde el fuerte era comentar, criticar, encontrar similitudes, ecos, dar sugerencias.
Pero el óxido llega a todos los rincones de la vida. Y también mi aparato crítico está oxidado.
Así que ahora que (después de meses y quizá hasta años) de no hacerlo, cuando J. me pidió unos "Comentarios" sobre un texto que escribió me heló la sangre.
Conozco a J. He leído su blog y sabía que no encontraría errores ortográficos o de sintaxis en su texto. También me imaginé que no estaría satisfecho con un par de comentarios superficiales como "Ah, está padre", que incluso llegaron a ofender a M. quien cuando le decía algo así me echaba en cara que no lo tomaba en serio...
Pero cuando empecé a leer el texto de J. muchos ecos vinieron a mi. Voces de mi pasado, historias compartidas, otras que no sé de donde saqué...
Y de repente todo el texto de J. tomó un sentido especial, una relevancia única y fue una sinfonía maravillosa.
No sé si podría contarle a J. esta revelación. Tendría que conocer toda la historia. Quizá se contente con saber que me pareció "una buena historia y está padre".
D.
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