Tripas

Hoy fui a un restaurante argentino. ¡Y a un bufet!

Siempre he pensado que ese tipo de ocasiones se prestan para la gula y para el exceso. Corre el vino, se sirven platos y platos de carne. El mesero dice que la única limitación que tienes es la del apetito...

Aún así yo he tenido problemas con mis tripas. Desde mayo mi sistema digestivo pareció ponerse en una intermitente protesta, que se cuela en las rutinas cotidianas con claras manifestaciones de inconformidad.

Todo comenzó cerca de mi cumpleaños, cuando unos camarones me hicieron llegar a la clásica "Corre que te alcanzo". Esta cedió con un par de medicamentos sin receta...

Pero fueron quizá los primeros indicios de que no cuido mi organismo (mi alimentación, en específico) como debería.

Luego el problema fue el contrario: pasé una semana con las tripas echas nudo, al parecer provocado por el estrés: entonces comprendí que todos los comerciales anunciando cereales de fibra y yogurts de ciruelas no mentían: cuando tus tripas se niegan a colaborar ves el mundo de color negro, el pesimismo se apodera de uno y en realidad sólo piensas en el bendito momento en que a tu cuerpo se le ocurrirá cooperar.

Ser rehén de tu propio cuerpo no está padre...

Y cuando por fin escapaba de ese mal, llegó Julio... y Julio empezó con 39 grados de fiebre y una infección estomacal que fue diagnósticada como gastroenteritis: días enteros de vomitar y no poder comer ni gelatina. Llegué a las casillas de votación ardiendo en fiebre y no pude lidiar con ella hasta dos vacunas de antibióticos después (estas sí, recetadas por el médico, porque ninguno de los bien intencionados remedios de mi madre me hacían efecto)

Ahora, que se acerca el final de Julio tengo un par de kilos menos y la confianza de que mi estómago y yo entraremos en una tregua: incluso este día, en el bufete, procuré no sobrepasar los límites de lo adecuado y ser considerada con mi propio cuerpo...

Las asignaturas pendientes, como siempre... más ejercicio, dormir mejor (sigo despertando sin razón aparente a las 4 de la madrugada) y menos estrés (eso si no puedo prometerlo... mi trabajo cada día tiene más exigencias)

Aún así, intento encontrar el equilibrio en un mundo desequilibrado (como diría Marisol), para que mis tripas tengan algo de paz y deje de hacer entripados.

D.



2 comentarios:

Gox dijo...

Se de que hablas, el estomago también es mi talón de aquiles, y empezó justamente con mi segundo empleo cuando aumentaron las responsabilidades y el estrés.

Es horrible y le baja la moral a cualquiera.

Mejor alimentación y hacer un poco de ejercicio es una buena idea.

Darina Silver dijo...

Hola Gox

Gracias por tus palabras, sí... le empezamos a dar importancia a tantas cosas que sólo vemos que no eran tan importantes cuando perdemos la salud.

Voy a encontrar la forma de ordenar este caos, ya verás.

Gracias por los buenos deseos y los buenos consejos.

D.

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