Mi hermana decidió mudarse y desde entonces en casa hay un cuarto vacío y un montón de dudas que se niegan a despejarse. Es como vivir en una tierra donde sigue lloviendo, sin que nadie haga nada, más que sacar un ridículo paraguas que termina por ser casi una caricatura.
La ausencia de mi hermana no ha cambiado tanto la dinámica familiar, pero definitivamente el clima es distinto. Todos seguimos haciendo las cosas que hacemos, pero resulta incómodo el ruido de afuera, que parece recordar una ausencia.
Tantas cosas se remueven cuando se va alguien de casa. Recuerdos, historias, retazos de un futuro que ahora se forja en otra parte.
En la ausencia de mi hermana se reflejan otras ausencias, otros futuros posibles. Es la lluvia que no deja de golpear.
Golpeteo de muebles, de cajas cerradas, de puertas que se cierran, se abren, rechinan.
Llueve. Llueve.
D.
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