Incluso a la reina

Atento aviso al público lector: el siguiente post trata sobre la menstruación y la manera en que las mujeres nos relacionamos con ella. Si usted es muy tiquismiquis y pone cara de asco cada vez que escucha hablar de fluidos corporales desde la saliva hasta el sudor, pasando claro por la sangre, los mocos, el semen, la pus, etcétera, por favor ahorrase la molestia.


Nunca olvidaré el argumento principal de el pequeño cuento de Asimov "Incluso a la reina". Se trataba de una ficción en un futuro no muy lejano, dónde, gracias a una avanzada medicina, lograban suprimir la menstruación sin desagradables consecuencias para las mujeres.

Esto hacía una sociedad prácticamente libre de cólicos, tampones, toallas sanitarias... y con ello generaba una pequeña secta de mujeres en pro de lo natural llamadas "Ciclistas".

En su afán de retomar lo natural las ciclistas dejaban de tomar la droga supresora de la menstruación y vivían lo que pasamos las mujeres en edad fértil: dolores abdominales, sangrado, mal humor, dolor en los senos...

El cuento trata la discusión entre las mujeres de una familia recordando los atávicos años en que la droga aún no se había inventado. Una de las protagonistas recuerda el momento de su infancia en que cuestiona a su madre: "-¿Entonces esto le pasa a todas las mujeres del mundo? -A todas -¿Incluso a la reina de Inglaterra? -Incluso a la reina"

La manera en que en las diferentes sociedades hemos dispuesto rituales que rodean y mistifican la fertilidad de la mujer suele estar relacionada con ese misterioso ciclo menstrual. Aún recuerdo el momento en que mi madre me platicó por primera vez de la menstruación: tendría 8 o 9 años. La casa pequeña y en penumbras creaba un ambiente acogedor y sentí que recibía un conocimiento cuasi mágico, por el tono de la voz y la mirada que mi madre ponía en ocasiones serias.

Aún así, no creo que la platica me haya dejado preparada para la primera vez en que tuve mi menstruación. El aviso estaba presente, pero no es lo mismo que te avisen a ver la sangre en tu ropa.

Ese día me desmayé dos veces. Me parecía difícil de asimiliar. Mi tía me compró un helado y me hizo caminar largamente, mientras platicábamos tonterías. Creo que no me volvió el color a la cara en todo el día.

Con el paso del tiempo aprendí (como yo creo que todas las mujeres lo  hacen) a familiarizarme con mi cuerpo, a conocer los signos previos y posteriores, a lidiar con temas tan simples como "no tengo nada (negro) que ponerme" y "esta semana no iré a nadar".

Aprendí que no siempre tengo que vestir de negro. Aprendí a ser precavida. Aprendí a conocerme por fuera y por dentro. A amarme más.

Y esta semana aprendí algo más: aprendí que además de los tampones y las toallas femeninas existe la NaturaCup o copa menstrual, que es un concepto de control de la mestruación mucho más amigable con el medio ambiente, pues es reutilizable y, al impedir que la sangre entre en contacto con el aire y se oxide, evita el mal olor.

La copa se vacía cada cierto número de horas (dependiendo de la abundancia de tu flujo y de tus necesidades) e incluso puedes dormir con ella o hacer ejercicio: simplemente permanece en su lugar, cumple su función y la enjuagas cuando es necesario.

Se esteriliza en agua caliente periódicamente, para evitar que se contamine y es muy cómoda. Tras probarla un periódo se me hizo muy cómoda y no tuve problemas con ella. Leí bastante sobre el tema en los meses previos antes de comprarla y finalmente me decidí a encargarle una a @MujerdeMalaFama que además ha contestado todas mis dudas e inquietudes con paciencia y atención infinitas, cosa por la que le estoy muy agradecida.

Desde hace tiempo buscaba una forma de reconciliarme con mi cuerpo y creo que este es un buen e importante paso, porque ser mujer es una responsabilidad, un privilegio que no pedimos, un goce que no siempre disfrutamos, un regalo que no siempre agradecemos.

Y que vivan nuestras minifaldas vengadoras... (por cierto, es bonito usar minifalda sin tener que preocuparse de nada)

D.

4 comentarios:

Espaciolandesa dijo...

Mmhh... ¿se relacionará esto con cierto blog que suelo leer?

Ahí puse un comentario con un link que quizá te interesaría visitar (click aquí)

En fin.

Creo que mucho de como hombres y mujeres vemos o veremos la menstruación está ligado en cierto sentido a la publicidad de los productos como toallas sanitarias o tampones.

Como el clasiquísimo de "ya me pasó".

Alguna vez leí en una Revista del Consumidor un análisis sobre la publicidad de estos productos que menciona lo que digo arriba y cómo, a través de esta misma publicidad, trataron de dar una visión más natural y madura de la menstruación.

Choros más, choros menos, cierto es que una nunca está preparada. Yo recuerdo que cuando tuve la menarquía no quería ni caminar y me daba un miedo terrible moverme por temor a una mancha delatora.

Lo cual me lleva a pensar en cómo es curioso que todavía sea un estigma y motivo de vergüenza el mancharse la ropa accidentalmente en esos días.

Pero bueno, supongo que eso es muy relativo.

Ojalá que algún día podamos librarnos de tabúes innecesarios.

Darina Silver dijo...

De hecho el final de la entrada (que apenas terminé de escribir hoy) tiene que ver con el tema de reconciliarse con una misma...

Y pongo al final una recomendación, por si te interesa :)

Yahaira Guadalupe Ochoa Ortiz dijo...

=) Yo estoy muy agradecida contigo, tu cuerpo y la naturaleza también.

¡Felicidades! =)

Espaciolandesa dijo...

Órales... habrá que probarla.

Ya tengo pretexto para ir al DF, jeje.

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