Reconfortantes lugares comunes

Ayer que me estrellé contra el cristal (metafóricamente hablando, aunque me puedo imaginar claramente en una situación parecida en la vida real), me fui a dormir con astillitas de realidad en la piel y simplemente dejé que sangraran por la noche.

Al amanecer me apliqué un poco de pomada de "Me vale", que mi papá dejó convenientemente en el botiquín de la casa y un par de pastillas de un lugar común. "Si amas algo, déjalo libre..."

Ya sé. Ninguna de esas cosas cura realmente el mal de amores y las más de las veces es un placebo fastidioso, que viene en hojitas de colores que intercambian los adolescentes. No debería hacer esas cosas (menos a estas alturas del partido).

Pero justo de camino a casa venía pensando... Cómo curan esos lugares comunes. Que reconfortante es escuchar una y otra vez palabras que están diseñadas sólo para hacernos sentir mejor.

"Alíviate pronto"
"Cuídate mucho"
"Ponte el suéter"
"Regresa pronto"
"Te extrañaremos"
"Esta es tú casa"
"Mi más sentido pésame"
"Un gusto conocerte"
"Ha sido un placer"
"Vuelve pronto"

Compasión, empatía, cuidado, cariño, tristeza, solidaridad, amabilidad, cortesía, respeto, se respira de entre estos formulismos que en realidad pueden ser terriblemente paternalistas (o maternalistas, en la víspera del día de las madres).

Una formulación a la vez un poco engañosa, que puede ser más bien fruto de la costumbre que de la sinceridad, pero aún así.... aún así, hay veces que entrevemos sinceridad en el formulismo añejo de una frase hecha.

Cuando me siento desalentada siempre recurro al casette de cantos católicos que le regalaron a mi padre, esa voz sencilla y esas notas simples, que podría tocar casi cualquiera junto a una fogata me tranquilizan: "Entre tus manos está mi vida, señor".

Y no es que piense volverme católica, sino que me conforta pensar que me cuidarán, como me reconfortaría un suéter o una sopa, o una nota de guitarra, o un alívate pronto, o un abrazo.

O tu voz.

O tu regreso.

Pero como cuando amas algo lo dejas libre, me queda sanar. Cambiar el cristal, porque roto como estás no sé si vas o vuelves.

Porque si no vuelves tengo que abrir la ventana, ponerme un suéter y seguir...

D.

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