Una serie de eventos desafortunados que quizá vendría al caso contar, pero que no contaré, me llevaron a comprar una galleta de la suerte.
La galleta no tenía sentencia.
Una galleta vacía.
Sin ese papelito blanco con sus dos frases simples en tinta azul.
La galleta había sido una estafa... pensé.
Pero luego, bajo una perspectiva más zen y contemplativa, quise extraerle una enseñanza a mi acto fallido.
Es cierto: la galleta no tenía papelito. ¿Pero no a veces el silencio es la respuesta?
¿No es cierto que a veces la inacción es la mejor posibilidad?
¿No ocurre que, algunas veces, simplemente debemos dejar que el tiempo transcurra?
En otras ocasiones debemos contemplar la situación. Verlo todo como si estuvieras afuera del problema, incluso como si no tuvieras nada de relación con este mundo y sus problemas. Como si fueras un extraterresetre que se acerca a lo desconocido.
¿Eso podría venir en una galleta?
Generalmente las galletas tienen frases como "Encontrarás la felicidad en un nuevo amor" o "Quédate con tu esposa"
Pero cuando realmente queremos labrar nuestra fortuna, somos nosotros los que debemos ponerle el contenido a nuestra hoja en blanco.
Es entonces cuando encontrar una galleta sin sentencia es el verdadero evento de buena suerte.
D.
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