Historia de una ida y una vuelta

Estuve en Punta Mita, Nayarit.

Y ayer, mientras pensaba en comentarles el viaje, me di cuenta de que había hecho este viaje para otros; como quien vive para otros y narra la experiencia pensando en cada paso a quien le contará tal y cual cosa.

Construí un castillo en la arena pensando en Saukey, en cómo me salvó la vida, quizá sin saberlo, en el momento en que tocaba fondo.

En las fotos que tomaban Ladahir y Nezumi, mientras intentaba reflejar lo más apropiadamente esas puestas de sol.

En las fotos de traje de baño que siempre parecen presumir las chicas guapas de mi TL, en una ejemplar competencia por ser la más guapa de Facebook.

Pensé en todos los viajes con mis padres, pensando en ser la mejor viajera, la más eficiente, la que mejor empaca, la que llega sin problemas a su destino.

Dediqué el viaje a tantas personas, que casi no quedó ni un espacio para mí.

Le dediqué las jornadas de trabajo a mi jefe, que me comisionó esta tarea con la mejor de las intenciones, deseando que me contactara con la fuente, aunque estuve muda casi todo el tiempo.


Cuando viajas descubres tanto de ti mismo: yo descubrí que estoy viviendo muchas de las cosas que vivo para otros y he dejado muy poquito para mí.

D.

1 comentario:

Espaciolandesa dijo...

Me pasa algo similar. Siempre que hago algo, interesante o no, pienso en tuitearlo o cosas así.

No sé qué tanto sea vivir las experiencias para contárselas a otros, pero entiendo lo que quisiste decir.

Creo que el remedio es volver a lo básico, a cuando no teníamos estos medios de "comunicación" instantáneos ni móviles con acceso a internet.

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