No me gusta llorar.
Y mucho menos llorar acompañada.
Lo que menos disfruto de llorar es que es imposible articular palabras o incluso pensamientos. Es como si todo fuera un caudal salado y lluvioso que te impide ver.
Aún así dicen que llorar es bueno, que te calma, que te tranquiliza.
Que es más relajante que masturbarse, incluso.
Lo que sí es que hacía mucho no lloraba por tristeza y menos con público.
Digamos que fue una serie de eventos desafortunados que terminó en que les confesara a mis papás que me siento solitaria, que la vida se me hace incierta, difusa y no sé exactamente si lo que creía querer es lo que de verdad quiero.
¿Qué se hace en esos casos?
No sé si sea el síndrome de Lisa Simpson, pero a pocos meses de conseguir lo que aparentemente quise desde hace años, creo que no lo quiero.
D.
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