Hoy sentí que tenía demasiadas palabras, que estaba a punto de emborracharme de ideas, que tiraba letras por la boca y miles de pensamientos me fluían por la mente, brincando y estrellándose sin orden ni concierto.
El problema era darle salida, crear alguna armonía de aquel caos, dominar la marabunta, reconciliar la cabeza con el corazón y ser, simplemente.
No conseguía fluir, que en este caso era lo más importante.
Regalé Oriente y Occidente a un cuentacuentos y ahora no sabré como termina.
Porque cada decisión que tomas va contando una historia distinta. Cierras una puerta y entras a otro lugar.
Simplemente eliges.
Eliges la historia. Eliges las palabras que la contarán. A veces hasta eliges a quien contarla. Y esa persona también toma elecciones de tus letras. Todo se va depurando, transformando, converge y se bifurca.
Es un camino que se continúa y se separa del caos de tinta negra.
Las letras van tomando su propio ritmo y dejan de ser un amasijo oscuro.
Es la teoría del big bang vuelta una nueva línea narrativa.
Y yo acá, hilando, nueva Penélope de sueños por venir.
D.
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