¡Chicos y Guillermo, a comer!

Guillaume Gallienne comienza la cinta quitándose el maquillaje. Así, desnudo del alma, sale al escenario a contar su historia. Su infancia, muy apegado a su madre, estuvo marcada por la diferencia de saber que al no ser "Atlético", no podría ser el preferido de su padre.
Así que, más cercano a su madre, fue formando su personalidad tomando elementos de ella: de su elegancia, de su trato directo, de su simpatía. Pero estas características despertaron la suspicacia de su familia, quien lo asumió como un homosexual y esta etiqueta, de lo que todos suponían su preferencia sexual, lo acompañó por años.
El autor, que llevó su obra al teatro y luego al cine, logra sacarnos un par de risas con algunas escenas de comedia física que son contrastadas con momentos realmente emotivos y dramáticos, de una lucha interna por conocerse a uno mismo.
Curiosamente, lo que no pudo tratar en el consultorio de media docena de psicólogos, lo logra al enfrentar uno de sus mayores miedos.
Guillermo es un personaje adorable, al que uno llega a amar por su capacidad de sobreponerse a las pequeñas tragedias que todos sobrellevamos en algunas ocasiones: un corazón roto, el acoso de algunos compañeros, malas vacaciones, demasiadas expectativas...
Y, en un momento de sinceridad abrumadora, Guillermo confiesa su amor, de manera tal que sólo quedan ganas de darle un abrazo.
Una cinta muy bella, muy divertida y conmovedora, que no deberían perderse sin importar si son hombres, mujeres, homosexuales, heterosexuales, franceses o alemanes.

Se trata, sobre todo, de amar.

D.

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