Yayoi Kusama: Obsesión infinita

Horas y horas de fila... - decían los periódicos.

Yo fui y no pude entrar - Decían mis conocidos.

Te invito, pero en domingo - Me invitaron y no quise ir.

Pero un día que regresaba de un evento sobre Reforma, recordé que estaba la exposición de Yayoi Kusama.

Era miércoles o jueves. Y sí, estaba lleno.

Pero no estuvo tan pesada la fila.

Por otra parte: tampoco disfruté tanto de la exposición. Muy psicodélica y disruptiva para su tiempo, claro, pero no me pareció increíble.

Quizá porque viviendo en un país como México uno está acostumbrado al delirio colorista, a los patrones repetitivos, a perderse entre luces de colores en las ferias, a evadirse entre humos de feria, a ser nada en multitudes que se reconocen y se desconocen, fundiendose en un todo.

Los cuartos de espejos, diseñados para sentir la experiencia de fundirse, eran recorridos en segundos, sin que se pudiera lograr la intención que pretendía la autora originalmente.

La barca con falos parecía simbólica, pero lo grotesco de las confección me daba risa.

Mi pieza favorita de la colección fue un baúl cubierto con sopa de pasta y claro, los documentos periodísticos que hablaban de la trayectoria de Kusama. Carteles de sus exposiciones, revistas, fotos. Muy interesante material de archivo que estaba en una modesta vitrina casi al final de la exposición.

No vi nada que ameritara seis horas de fila, eso sí.

D.

1 comentario:

Espaciolandesa dijo...

¡6 horas de fila!

Sé más o menos lo que es eso porque hice 8 horas de fila para poder votar en las elecciones presidenciales pasadas... que tampoco lo ameritaron, por cierto :P

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