El color de la tarde.

Quiere que afile los sentidos y desarrolle el poder de abrir el alma como un cuchillo caliente sobre la mantequilla. Que deje de danzar entre los reflejos circulares que sugieren que y todo está dicho.

Que vea más alá de lo evidente.

Blando los dedos en la niebla.

Trato de decifrar el nombre de los rostros ajenos, de entender la motivación de quien brinca en los charcos a un lado mío.

Como si de repente todo dejara de ser smog y se convirtiera en claridad.

Como si pudiera entrever la historia en este mar de hilos negros, de voces que gritan y murmuran.

Que mi mente siga los ojos abiertos de quien es un faro en la tormenta: que en cada pupila vea una caverna por explorar: que me sumerja en esa profundidad de lago y saque el tesoro que esconde en lo profundo del alma, para explicar a la gente más allá de lo dulce, lo salado, lo bueno, lo malo.

Tengo que explicar que consistencia tiene este soplo de luna. Tengo que descifrar el color de la tarde.

D.

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