Cómo no estar solo

Cosas terribles están por pasar. Eso es seguro.

Incendios, terremotos, muertes. Incluso podremos ver todo lo que creemos indispensable convertido en cenizas. Todo lo que quieres cubierto de polvo. ¿Acaso hay algo que nos rescate, una luz que nos salve, una cuerda que nos guíe en este páramo tan desolado?

La puesta en escena "Cómo no estar solo" de Juan Carlos Franco, es una exploración a las relaciones humanas y a la falta de estabilidad en un mundo convulso.

En el interesante montaje de la directora Martha Rodríguez Mega, los actores juegan a la suerte quién saldrá a escena, por lo que cada presentación es distinta. Podremos ver los papeles principales "A" y "B" interpretados por dos hombres, por dos mujeres o por una mujer y un hombre.

¿Acaso no es también un poco el azar quien nos guía a nuestros compañeros en la vida? ¿o es que  nuestra soberbia nos hace creer que todo ha sido elegido de manera racional y precisa?

A y B comienzan la historia en un páramo paradisíaco, en donde parecen estar esperando un temblor inminente: la ciencia puede predecir ahora los terremotos, tomar medidas para evacuar a la población y aún con ello se sabe que la fuerza destructora de este fenómeno será terrible. Se espera que tenga más de 9 grados de intensidad, por lo que la ciudad quedará vuelta escombros.

Para lidiar con la espera los personajes comienzan una historia, de una pareja que intenta romper con la rutina y se va enredando en una trama mórbida, de la que intentan escapar: pronto esa fantasía engullirá también la realidad de "A" y "B" y volverá difusos los límites de la ficción.

Los personajes ahora no están solos: están atados a lo que han creado, a estos entes imaginarios y están varados entre sí, mientras el futuro se cierne amenazante sobre ellos y sobre la audiencia, que se pregunta en qué momento se desgarrará la fantasía y la realidad caerá como un balde de agua, como un derrumbamiento, como un estruendo imparable.

Del 21 de julio al 1 de septiembre de 2015, podrán ver la puesta en escena "Cómo no estar solo en el Teatro "La capilla", en Coyoacán.

¿Qué no hacer frente a las luces de parada?

La naturaleza de la hoja en blanco.
El poder congelante del vacío.
El escalofrío de la mente, atrapada en el silencio, en la ausencia de palabras.
La sofocante convicción de que la boca se ha vuelto arena.

¿Y ese prado floreciente de letras? ¿Y esa primavera de ideas en que las frases se cortaban como racimos de uvas maduras?
Flores a la vera del camino con los que formábamos ramilletes para entregarle a los desconocidos, que nos sonreían, dichosos.
Aún las ideas que dejábamos sin cortar exhalaban sus perfumes licenciosos.

¿Fue una mordida voraz de serpiente lo que envenenó las palabras?
Nuestra mano cayó sin fuerza, dejando caer la pluma seca.
Los dedos quedaron entumecidos y el alma agrietada. Por la nariz escapó un último aliento.

La antes ágil lengua quedó inerme ante el editor que manipulador y socarrón te reta detrás del cristal, dando vueltas en su asiento giratorio:

- ¡Escribe! ¿No que muy fácil? ¡Escribe!

También te lo grita tu editor interno: sólo sientante allí y escribe.

Pero nada, una sequía, un invierno.

De repente, en esa multitud de asientos verdes y caras desconocidas, te llega un olor dulzón y ácido: la señora junto a ti lleva una bolsa de nanches, esas frutillas amarillas que eran tu deleíte de la infancia.

El océano congelado de palabras comienza a derretirse y cruzan en tu memoria los azulejos verdes donde paseaban las tortugas, el columpio blanco con su cadena negra, la nieve de nanche o de limón que se derretía en minutos ante el calor de Veracruz.

No, no es el fin de la sequía, pero se siente bien recibir un chubasco de ideas en esta desolación, este desierto.

D.

Purga

Decía Coco Chanel que una mujer que se corta el pelo está dispuesta a hacer un gran cambio en su vida.

Me pregunto si algo parecido se podrá aplicar a quien borra años y años de su bandeja de entrada.

Hoy me asomé al espacio de almacenamiento de mi correo y me informó que tengo muchos "bytes" agotados por causa de cientos de promociones que no aproveché, cartas de amor que murieron en el intento de llegar hasta la otra orilla y concursos en los que me agradecen por participar.

No más.

Decidí purgar mi bandeja de entrada.

Es un poco echarle limón a la herida, porque por allí, de entre los 50 en 50 que voy borrando aparece algún reclamo de A "Cuando me querías" me dice, desde el presente/pasado.

También links a canciones que me envió Y. cuando era mi cómplice musical.

Trabajos que tuve, trabajos que amé, cosas que hice. Cosas que nunca te dije.

Esta cuenta de correo tiene menos carga emotiva que mi cuenta de Hotmail (que también dejé vacía).

Un par de poemas perdidos que comenté. Fotos.

Correos de Letras escondidas, de Sala de Escritores, de las mil empresas en las que envié CV cuando estuve desempleada en el año de mi reinvención.

Una época dedicada a Bloguear y comentar diario.

Fue bastante liberador.

Por si ocupan.



 

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...