Él realizaba trenzas en la alameda a mi amiga Mynn.
Yo esperaba y veía como sus manos se deslizaban sobre los pedazos de hilo.
Él decía que había llegado a sexto semestre de la carrera de medicina.
Pero quizá esa vida no era la que buscaba. Quizá la felicidad está en otra parte.
Él decía que la mujer que había estado allí hace apenas unos momentos quería dirigirlo.
Pero él se dirigía solo.
Me dijo que tomaría un refresco y sacó un New Mix tibio de su mochila.
Le dije a Mynn que su trenza saldría torcida, pero no, salió bien.
Él me preguntó que por qué no decía nada, que sólo lo escuchaba.
- Los que escuchan aprenden.
Me ofreció darme una estrellla de Henna, le dije que los tatuajes no me gustaban.
- Te la iba a regalar.
Pagamos la trenza.
Iba caminando por la alameda, pensando en que algunas vidas no pueden ser controladas, que algunas veces estamos arriba, que otras veces estamos abajo, que en ocasiones, si escuchas atentamente, aprendes.
D.
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1 comentario:
Seguro que si escuchas atentamente, aprendes...
Al menos, que el otro es un egocéntrico, jajaja :P
Ya pues, cara seria :)
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