Suavidad

Desperté a tu pan tostado, a tu jugo fresco.

Desperté a la luz transversal y difuminada.

Desperté y no sabía si había sido un sueño.

La noche había transcurrido llena de ruido y luces de colores.

La ciudad me había embriagado con sus calles vacías a media noche.

La adrenalina que circuló en mis venas se deshizo, como la saliva disuelve la sal.

Ahora, en la suavidad de tu piel, tenía el mundo frente a mí, como una sabana extendida...

Desperté a la música de Jazz, al olor familiar de tu perfume, a la vista de la Torre de Mexicana...

Y me sentí felizmente envuelta, de esa suavidad que habita en tu caricia.

Nada de áspero encontré en tí, ni en tu mirada.

Nada que me hiciera pensar en el pasado.

Nada que me hiciera imaginar el mañana.

Princesa dormida en 20 colchones y sin un guisante de por medio.

Abrí la puerta y comencé a extrañarte.

Aún no termino.

D.

4 comentarios:

Yareli dijo...

Ay, yo siempre quise ser suavecita :(

Anónimo dijo...

Mmmm... para ese amanecer perfecto solo faltó ver una caricatura mañanera...

Rod Zila dijo...

Qué reconfortante lírica.

La estaré siguiendo.

Darina Silver dijo...

Yare...

Je. Seguro lo eres.

Anónimo:

Ah! Buena observación. No sé, quize poner elementos más orgánicos en la composición.

Rodrigo:

Muchas gracias por el voto de confianza.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...