El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, de Alfredo Bryce Echenique

He inventado mi nombre para tus labios, para que al tocarlo con tu boca me reinventes.

Este parece ser la moraleja que queda en la boca, el sabor agridulce que deja "El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz", de Alfredo Bryce Echenique, en esta novela que es la segunda parte de la vida de Martin Romaña, un escritor peruano que termina dando clases en París, en una universidad ultraconservadora, pese a que sus ideas son de izquierda.

La peculiaridad del personaje atrae a un público diverso, pero la más interesante de las alumnas, Octavia de Cádiz, llega a la clase de Romaña a sacarle la tristeza de dentro, gracias a la velocidad con la que maneja con París, a sus piernas divertidisimas y a ese sombrero que vuela por los aires al menor impulso.

Me ha costado meses terminar este libro, pues la escritura de Bryce se me antojó difícil, como uno de esos relatos que te hace tu tío favorito, que están llenos de lugares maravillosos, pero comunes y se repiten muchas veces con la misma anécdota y te dan ganas de decirle "Tío, pero si ya me has contado eso..." Y él vuelve sobre lo mismo, porque fue muy importante y quiere que sepas exactamente a que olía ese sillón en donde pasaba las tardes con Octavia de Cádiz.

Evidentemente no todo puede ser felicidad, porque la pasión de los amantes no es lo mismo sin algo de desgracia, así que Octavia de Cádiz tiene que ceder a las presiones de su familia adinerada y casarse con uno de sus pretendientes.

La historia se vuelve dolorosa y aún así, tiene unos momentos llenos de encanto y ternura. Tres estrellas y mi reconocimiento por ser esa historia que te enseña que cuando amas a veces lo mejor es dejar ir.

D.

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