Sonó el teléfono de la oficina.
- Bueno...
No reconocí la voz y capté un acentro extranjero preguntando por mi nombre. No sé de donde era el acento, no soy buena con los acentos.
- Sí, ¿que deseaba? - me llaman a veces por motivos de trabajo. Otras para ofrecerme ofertas (pero en un call center no reclutarían a alguien con ese acento o quizá...
- Hola, quiero conocerte.
Quiere conocerme. Que amable, en realidad "siempre he dependido de la amabilidad de los extraños". Extraño.
- ¿Quién habla?
- *Ruido intelegible*, te vi en Facebook y quiero conocerte. Estoy de visita en México, sólo un par de días, para conocerte.
Quizá en otra ocasión, en otro momento de mi vida, eso hubiera resultado emocionante, pero...
- Le agradezco el interés, pero no voy a conocer a nadie de Facebook, disculpe. - Colgué.
El desconocido ya no hizo otro intento.
Me quedé pensando en algún momento de mi vida, en que habría indagado más en el asunto. Me limité a cambiar mi configuración de privacidad y a escribirlo públicamente... Así, de contradictorio como siempre.
D.
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1 comentario:
Órale... qué loco.
Y qué osado el fulano... en estos tiempos no cualquiera se atreve a hacer algo así.
Pero bueno, por lo menos entendió y no volvió a intentarlo. Eso habría estado de miedo.
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