Brama, de David Miklos

No juzgues a un libro por su portada...

Dice el refrán popular.

Y nunca resulta tan cierto como en "Brama", la novela de David Miklos que edita Tusquets bajo una inocente fachada de color de rosa, con una tierna y sugerente foto, que la identifica casi enseguida como miembro de la colección "La sonrisa vertical".

A esta colección ya le debo muchas horas de deleite (literario... y de otros) así que me sentí complacida de tener un libro más para mi colección de lo erótico.

Aunque debo confesar que "Brama" se sale de lo que habitualmente leo. Lo identifico como un libro profundamente masculino, pues aborda el tema del sexo como una expresión pura de poder. Poder que se manifiesta como una bomba de tiempo, acumulando su fuerza hasta ser explosivos vivientes.

La novela va del tedio matrimonial hasta el sexo violento, pasando por las exploraciones infantiles, las traiciones maritales y hasta los flirteos en el supermercado.

Los protagonistas, tres hombres, tres mujeres y una casa, que se vuelve mudo testigo de las relaciones entre ellos y sus muros, que obedecen a otra frase popular de sabiduría discreta... "Si las paredes hablaran".

El poder que va, viene, pasea entre los dedos, se acuna en los sexos de los hombres, se vacía en los cuerpos de las mujeres, estalla, florece, rejurgita, se vuelve incendio y hace ruido. Se queda callado, como dormido, asomándose apenas a las ventanas, esperando el nuevo juego.

Brama es un libro de pocas páginas y muchas ideas, que quedan ardiendo como velas en un cuarto oscuro cuando por fin cerramos las hojas del libro y entendemos lo peligroso que es juzgar un libro sólo por su cubierta.

D.

Mibong: saboreando papel de arroz

Así, como quien va perdido, como quien se guía por linternas de papel, el restaurante nos salió al paso en Campeche 396. Lo cierto es que ya lo andábamos buscando, pero nos dejamos llevar como barquitos de papel en un riachuelo.

He tomado la costumbre de visitar restaurantes de comida internacional con T y D. El hecho de que ellos siempre se muestren ansiosos en descubrir nuevas aventuras culinarias me anima.

Esta vez la cita fue en la librería Rosario Castellanos, lo que nos permitió hacer un par de comentarios amables y educados no relacionados con comida, para disimular un poco nuestra obsesión por descubrir siempre el bocado siguiente.

Aunque mis papilas gustativas me colocan muy lejos de Andrew Zimmerman y siempre he escapado a algunas cosas (como el chicarrón en salsa verde y el agua de papaya), estaba suficientemente dispuesta para saltar a los desafíos de la cocina asiática.

Mibong ofrece comida de Singapur, Tailandia y Vietnam. Una muy útil inicial al lado de cada uno de los platillos de su carta lo hacen más amigable.

Además de las entradas (todas se veían muy apetecibles, al menos en descripción) la variedad de platillos es la siguiente: sopas, fideos y platos completos.

Nuestro atrevimiento y presupuesto nos llevó hacia los fideos, aunque A. se vio valiente y pidió una sopa Mibong, que resultó ser algo picante y verde; tenía setas y por lo que a mi respecta podía ser wasabi con algo de leche y setas flotantes.

Yo pedí Pad Thai, que es un tipo de fideos planos con germinado y algún tipo de proteína o vegetales asados. También hay una variante con Tofu, aunque prefiero ser picada con pequeñas agujas bajo las uñas que comer tofu por voluntad propia.

Antes de nuestro Pad Thai nos enviaron papel de arroz frito, para degustar las cuatro salsas de la casa: cacahuate, pepino, pescado y tamarindo. Todas estaban ricas y aunque temía que la salsa de pescado tuviera un sabor muy fuerte, finalmente fue de mis sabores favoritos del día.

Enseguida trajeron las bolas de cangrejo cuya deliciosa consistencia frita por fuera y suave por dentro, con pequeños trocitos de zanahoria y en salsa de ciruela, hicieron que nuestro entrada fuera plenamente disfrutada. Lo único que opacó tan delicioso plato fue nuestra inexperiencia para usar los palillos, que culminó en que yo terminara comiendo mi bola de cangrejo con los dedos.

Mi jefa insiste en que la mejor forma de prácticar el uso de palillos es comer palomitas de maíz con ellos... Creo que debo de prácticar antes de mi próxima visita a Mibong.

El mismo sufrimiento atroz experimenté cuando, al llegar mi Pad Thai tampoco estaba acompañada de tenedores... así que hice acopio de fuerza. Lo más sencillo fue llevar los trozos de pollo a mi boca, porque el delicado equilibrio de germinado y fideos tardó en llegar.

El plato parecía pequeño en un inicio, pero entre el tiempo que tardé en agarrarle el modo a los palillos y dado que los fideos parecían no tener fin, estuve satisfecha al poco rato.

Para beber habíamos pedido dos tipos de limonadas. A y T pidieron de Jengibre. D y yo pedimos de Té limón, el cual venía decorado con una rebanada de limón y estaba delicioso y fresco. La bebida de jengibre tenía pequeños pedacitos de la raíz todavía flotando, un poco fibroso a mi gusto.

Al terminar de comer pedimos la carta de postres, pero nada sedujo a nuestra imaginación... sospecho que entre la ciruela, los cacahuates, el jengibre y todas las especies, estábamos saciados de fuertes sabores.

Dejamos Mibong cansados de lidiar con los palillos pero felices, tras una comida tan basta y exótica, que culminó en un café de las cercanías pensando nuevos paraísos culinarios por conquistar.

D.




Yo tenía un blog

Yo tenía un blog. Lo abrí cuando los blogs se comenzaron a poner de moda y vivía en los "spaces" de MSN.

Yo tenía un blog. Se fue volviendo obsoleto y lo cerré ante la falla en el panel de herramientas. Era muy feliz en mi blog. Se llamaba Calle Melancolía.

Yo tenía un blog. Lo abrí como un experimento, para empezar a probar una nueva plataforma, llamada Blogspot. Se llamaba "El faro" y lo guardé, porque algún día quiero hacer algo con esos textos.

Yo tenía un blog. Me pidieron abrirlo para conseguir un trabajo, que eventualmente cambió mi vida y me llevó a descubrir un mundo que despreciaba en un inicio, aunque ahora me parece emocionante. El del marketing. (No recuerdo como se llamaba y no sé si todavía lo tengo...)

Yo tenía un blog. Tuvo muchos nombres. Se llamó El templo del morbo. Las aventuras de la minifalda vengadora. Mirada magenta. Me gustaba escribir en mi blog. Era visitado, aunque eventualmente los blogs pasaron de moda, todos se mudaron a las redes sociales. Las grandes ideas se hicieron pequeñas o se fragmentaron, como pequeños cristalitos de un caleidoscopio.

Yo tengo un blog. Pero ya casi no escribo en él.

Yo inicié un blog en Wordpress. Quizá debí poner más atención, porque ahora trabajo con esa plataforma y me hubiera servido...

A veces me da la impresión de que sólo trabajo (mucho) y aunque escribo (mucho) no estoy tan feliz como cuando Yo tenía un blog.

La verdad quiero recuperar mi blog. Me gustan los caleidoscopios, pero también uno se cansa de ellos. Y mi blog es como una ventana. Puede uno pasar más tiempo viendo por la ventana que por el caleidoscopio. Y lo que ves en la ventana, allá afuera, está vivo.

Eso me gusta de mi blog.

Yo tengo un blog y quiero recuperarlo.

D.

Tierra a la tierra

No he escrito porque tengo un gran nudo en el pecho, provocado por mi recuente visita a un panteón.

No acostumbro ir a funerales y me asustan las situaciones sociales. Todo eso sale de mi control.

Pero allí estaba yo, en ese panteón lejano de casa, rodeada casi por completo de desconocidos, abstraída en el olor a cemento que se desprendía de las gavetas recién armadas.

Y entonces la abuelita del muchacho muerto me pidió que dijera unas palabras. Y yo no pude.

Desde entonces tengo atoradas estas palabras.

Disculpen que se las venga a decir acá. Creo que terminé enfermandome por no decirlas.

No sé si esto ayudará a sanarme. Sólo sé que deben decirse.

Isra:

Nos conocimos poco y quizá nunca te lo dije, pero yo te admiraba mucho. Admiraba la forma en que defendías lo que amabas. Admiraba tu deseo de luchar por lo que creías bueno, justo y adecuado. Admiré tu vocación por el arte, tu entrega por la música, tu empeño de ir más allá dónde los otros sólo veían sueños de humo.

La última vez que te vi, de traje y contento, fue en el examen de tu hermana y ella todavía bromeó diciendo que había decidido que algún día nos casaríamos, para que yo fuera parte de su familia. Lo cierto es que la vida nos llevó por caminos distintos.

No sé si sepas, pero tu hermana te ama mucho. Muchas veces platicamos de ti y ella siempre se preocupó por tu bienestar, aunque muchas veces no entendiera tus decisiones. Me gusta creer que, a mi modo, entendía un poco más lo que hacías. Y no sólo lo entendía, lo admiraba.

Quiero decirte que ahora que no estás faltarás en el corazón de muchas personas que te aman, pero todas ellas estarán bien, con el tiempo. No se cura nunca el dolor de perder a alguien tan joven, tan prometedor, con tantas cosas por vivir como tú. No se cura nunca del todo, pero si se va mitigando un poco.

Yo estaré al lado de tu hermana por el tiempo en que la vida me deje, pues ella me ha elegido como su hermana espiritual y estamos en el camino una de la otra. Para mí siempre serás de la familia y yo siempre te recordaré.

D.

The Nerd Test

Andaba paseando en el blog de Saltamontes cuando me encontré esta página: http://www.nerdtests.com/

Y tras realizar el test salió esto:


NerdTests.com says I'm a Cool Light-Weight Nerd


Ligeramente Nerd.

Conozco un par de personas que discreparían...

Pero en muchos sentidos soy una nerd deficiente.

Aún así me pareció divertido. :)

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...