Balance primaveral

Balanceando en el asfalto
mi ropa de primavera
pretendo escapar de las líneas
de colores pastel y lluvia.

Es dificil equlibrar una falda
en línea perpéndicular al tubo del metro
y surcar un mar de miradas
sin naufragar en una mano tibia...

Esta ciudad no es apta para tacones
ni para escotes... pero hay quien se arriesga.

Cada día es un riesgo en la primavera:
tropezar con un recuerdo,
encontrarse un amigo en la puerta del olvido,
justo cuando sales con prisa del ascensor
y la mirada se pierde en ese disimulo de voces:
- Te quiero, te extraño, hasta pronto.

El pan es caliente al salir del horno...
y pasamos sin transiciones del sol al frío...
todo es un riesgo en primavera,
pero hay peligros que valen la pena.

D.

Gato en acuario...

Yo te prefiero, fuera de foco, inalcanzable...
soy un espía, un expectador...
y el ventilador, desgarrándote...
Sé que te excita pensar hasta donde llegaré.
Soda Estéreo - Persiana americana

Al pensar en las parafilias, una de mis favoritas es el vouyerismo... Será que pienso como Carrie Bradshaw, de Sex on the city que no hay mejor unión que el de los complementarios... Como cuando Charlotte se encontró con "la horma de su zapato", el hombre que era fetichista y le regalaba pares de Manolos con que ella dejara que la viera mientras se los probaba...
Cuando estaba trabajando en radio siempre me pareció que la cabina era idéntica a una pesera y me gustaba pensarme en ella, nadando a mis anchas... Nunca pensé que hubiera gatos enfrente de mí, observandome...
Pero justo ayer platicaba con un amigo que me decía que él se sentía en su trabajo un gato en el acuario observando toda clase de mujeres, de colores y nados distintos, luciendo sus ondulantes formas marítimas a través del cristal que lo separaba de ellas.
Los hombres disfrutan mirar... Lástima que no todas las mujeres disfrutan de ser vistas. Algunas sí, pero también el límite de lo que se puede observar varía. En el caso de algunas culturas es mínimo... y en el caso de algunas épocas ha sido tan sólo un atizador del deseo... Lopez Velarde y su "falda bajada hasta el huesito..." (Del tobillo, por supuesto), evoca bastantes calenturientos pensamientos de lo que habría bajo la falda. Creo que en el fondo eso es lo que pasa con esas culturas en donde el ocultamiento sólo incrementa el morbo por ver lo que esconden los velos.
Ahora, pensando en las rajas de la falda, debo de decir que cualquiera puede tener un accidente por ser vouyerista... así que todos los gatos en acuario corren el riesgo de perecer ahogados, de puro gusto.
Yo me he comenzado a hogar muchas veces con mi propia saliva, pero supongo que eso es más probable al salivar en exceso.
D.

Favor de llamar a recepción

Ericka vio el letrero "Se solicita recepcionista" en el primer hotel que visitó con Iván y le pareció una terrible coincidencia: realmente necesitaba el trabajo.

Mientras la entrevistaban para el puesto, en la anodina sala de espera, recordaba el decorado de las habitaciones, lo enredado de los corredores, el techo de tirol color salmón que observaba en silencio cuando Iván se había quedado dormido y sólo el golpeteo de la cortina contra la ventana interrumpía la paz del cuarto.

-... la privacidad de los clientes, sobre todo, es lo más valioso para nosotros - Decía el gerente, un hombre gordo y calvo que se veía bastante incómodo con la corbata, como si estuviera a punto de caer asfixiado por el calor a pesar de ser un día fresco.

- Lo entiendo a la perfección, señor Jímenez - Dijo Ericka poniendo la mejor de sus sonrisas - Me encargaré de que nadie sea perturbado en la tranquilidad de sus habitaciones...- Aseguró mientras cruzaba la pierna discretamente y asentía lentamente.

- Por otro lado, hay una serie de funciones que necesitamos que usted ejerza... - Mientras el señor Jímenez enumeraba los números del conmutador, Ericka pensaba en el temblor de sus piernas cuando Iván le dijo que ya estaba cansado de escapar de la mirada de las viejitas en los parques y del continuo acoso de la policía que amenazaba con llevárselos a la delegación cada vez que los sorprendían en flagrancia de un "5X", como llamaban los polís a los fajes...

Así que aquel martes Ericka metió en su bolso de mano un cepillo para el cabello, su estuche con maquillaje y encontró a Iván en el metro donde siempre se veían... Bajo el reloj.

- ¿Cuándo puede entrar en funciones, señorita Olvera?

- Mañana mismo... - El corazón de Ericka sufrió un sobresalto al pensar en volver a cruzar aquel vestíbulo todos los días, donde alguna vez se quedó mirando su imagen (el vestido recién planchado, los zapatos de tacón mediano, las medias ala de mosca, la sencilla coleta) reflejada en 360 grados hasta en los espejos del techo.

- Será un privilegio trabajar para usted, señor Jímenez - Dijo ella, tratando de mantenerle la mirada al gerente, que nuevamente detenía la vista en sus senos, a pesar de que ella no traía escote...

La mirada de Iván la llamó desde la recepción, donde una mujer invisible le tendió la llave. Ella no quería acercarse, miraba asustada todo, incluso el elevador le parecía una cárcel metálica a punto de engullirla... Pero la mano firme de Iván en su espalda la tranquilizó un poco, al tiempo de que la luz se encendía anunciando que su destino de ese día era el segundo piso.

Ahora tenía carro y en su primer día subió por las escaleras desde el sotano, donde estaba el estacionamiento, hasta la recepción. El cubículo era un estrecho y claustrofóbico adosamento de concreto que resultaba muy frío. Se arrellanó en su suéter en la espera de clientes.

Recordó con añoranza el calor que pegaba en la ventana del cuarto 210 y la sombra del cuerpo de Iván delineandose a contra luz al cerrar la cortina. Aspiró de nuevo el aroma a desinfectante floral que cubría las sábanas y que llegaba desde el armario de blancos. Era exactamente el mismo... Incluso las toallas con el logitipo de un escudo de armas, que pertenecía al hotel, se apilaban en estantes en la pared derecha de la recepción.

Llegaron los primeros clientes. Él era un hombre de unos treinta años, con un poco de sobrepeso, ligeramente máciliento... Al tenderle el dinero él se dio cuenta de que lo observaba y ella bajó la vista, haciendo como que se ocupaba en contar el cambio para darle.

Ella era de más edad, quizá cuartenta y algo. Llevaba mucho maquillaje y taconeaba molesta por la espera...

La espera. Ese silencio que se prolongaba por las paredes de los cuartos, que terminaba en explosiones de ruido y humedad, de calor y gozo. Toda clase de esperas.

Volvió a su mente el grito, la suplica, el silencio. Se preguntó si todos los días recordaría. El lugar estaba cerca de su casa, casi no tendría que caminar para ir al trabajo. Pero quizá sería insoportable pensar todos los días en...

Iván entró por la puerta. Llevaba del brazo una chica colgada, literalmente colgada, que se veía mucho más joven que Ericka. Ella evitó su mirada y él la trató como un fantasma gris que es atravesado sin ser notado.

- Una matrimonial, por favor.
- 170 pesos.

Ellos desaparecieron en el elevador y Ericka dejó de temblar. Después de todo era sólo un trabajo.

Supo entonces que sí, que podría seguir trabajando allí.

D.

Labor de amanuense

Ayer empecé a leer "El Bestiario", de Arreola y lo hice por el final...
Leí primero por las notas que escribió José Emilio Pacheco, en donde relata la forma en que nació este libro en particular. Resulta que Arreola se encontraba en medio de una crisis económica (que raro para un escritor, pero así fue) y tenía que escribir un libro a como diera lugar, porque ya se había gastado el anticipo y corría el riesgo de que lo demandaran por incumplimiento de contrato.
Pero estaba en medio de un bloqueo, crisis creativa, agujero negro de la desesperanza, silencio blanco, ceguera enmudecida, o como quieran llamarle... Si, ya saben, eso que se siente cuando estás estreñido, pero eres escritor... estreñimiento mental.
¿Ya habrás dicho todo lo que tenías que decir? ¿Y si lo que dices no es suficientemente bueno? ¿Y si lo que dices es tan estúpido que todos se ríen? ¿Y si de verdad ya no hay más letras en tu cabeza?
Bueno, era Arreola, así que eso no le pasó... José Emilio Pacheco le dijo que le dictara el libro y el Bestiario quedó escrito en tinta verde (también Paz usaba tinta verde para escribir), para luego ser pasado a máquina... Y final feliz.
Dice José Emilio Pacheco que nunca había disfrutado más ser amanuense.
Yo nunca he conocido a ningún escritor famoso en persona, pero cuando mi abuelo me cuenta sus historias disfruto bastante de escribirlas... ¿Tendré también vocación de amanuense?
D.

Mujer en tacones

Me gustaba escuchar el sonido de sus tacones alejandose, además de contemplar la vista de sus redondas y firmes nalgas al ritmo que marcaban sus pasos.
Era diferente cuando se acercaba y el peligro rondaba su cabello como un enjambre de abejas asesinas.
¿Llevaría un arma?
La firmeza de su mirada era la de alguien que lleva un revolver, o al menos tiene una daga escondida en el abrigo.
Llovía y la ciudad era un charco fangoso. Sus tacones creaban salpicaduras del tamaño de una moneda en cada charco, que me hacían pensar en las monedas al caer a un estanque y sus ondas expansivas propagandose hasta el infinito.
Un sentimiento parecido a la asfixia me asaltaba al verla llegar. Era nuevamente el arribo de la pesadilla del día anterior, cuando su cabello llegó zumando a mi vida.

Orgullo y Prejuicios: la telenovela nuestra de cada día...

Un pre - juicio es un juicio hecho con anticipación que nos sirve para desenvolvernos en el mundo. Generalmente nosotros nos movemos en base a pre - juicios tales como "debo vestirme antes de salir a la calle", "las rubias son tontas", "los hombres con lentes son inteligentes" y así, una multitud de ideas y generalizaciones que pueden o no ser ciertas, que pueden o no estar basadas en cosas de la vida real, pero que nos hacen la vida más sencilla de entender.

Generalizar es un pecado venial que cometemos mucho y a diario.

El orgullo, por otro lado, es una característica que no se da en todas las personas, pero que al menos en mi familia es de las pocas cosas que no nos podemos tragar. "Antes muerta que sencilla", es una frase que aplica muy bien.

Mientras terminaba de ver mi película de "Orgullo y Prejuicio", protagonizada por una muy bella Keira Knigtley, pensaba en como estos dos conceptos rigen mi propia vida ciñendola más que un corsé de la época victoriana.



Llena de prejuicios y contradicciones, el enfrentarme a la crítica y aún a las observaciones, tiendo a mostrarme temerosa de cualquier comentario adverso... Ya no por que pudiera ser cierto o no, sino porque mi orgullo y mis prejuicios me hacen ver como una sabelotodo imposible de aguantar.

Eso es lo que se llama en cristiano "una mala actitud".

A diferencia de la agraciada Elizabeth Benett, protagonista de este culebrón romántico del siglo XIX, mi orgullo y mis prejuicios no me han llevado a los brazos del impasible señor Darcy... sino me han hecho pasar muchas noches de insomnio pensando en críticas que aún no me hacen, pero que me molestan desde el momento mismo de saberlas ciertas y necesarias...


Todo esto es para decir que es mentira lo que me dijo un compañero de la Universidad al que acabo de encontrarme: No, no sólo NO "Tengo atole en las venas..." sino que a la primera provocación me desmayo cual doncella en medio de una historia de Jane Austen...


D.



Las relaciones y la bolsa de valores

Arriesgar para ganar. El que no arriesga no gana. El que no ama no es amado... ¿Será así?
¡Compra! ¡Vende!
Las voces de la bolsa de valores son estas dos...
Oferta y demanda, las leyes del mercado fríamente aplicadas a las relaciones humanas. ¿Cuando debemos invertir en una relación, cuando una persona realmente nos dará dividendos, beneficios, aumentará el capital de nuestro tiempo y lo multiplicará en besos?
El sistema mercantilista aplicado a las relaciones me hace pensar... ¿Es tan variable el amor como la bolsa de valores? ¿Puede que un día esté a la baja el amor hacia alguien? ¿Es acaso la amistad un capital fijo, a largo plazo, que genera intereses y dividendos seguros?
El amor... que elusivo concepto.
Todos hemos terminado alguna vez con el corazón roto, que es una especie de bancarrota del terreno amoroso: por más que hemos invertido (tiempo, confianza e incluso dinero) fluctuaciones no predecibles acaban por desfondar nuestra esperanza.
Aún no encuentro la formula secreta para invertir, ni tampoco para amar, pero mis aproximaciones me han enseñado que el riesgo de quedar con el corazón roto son más altas mientras más te interese una relación. Ergo, la única forma de evitar el dolor es no amar, o no amar demasiado... Lo cual es un escenario bien triste y equivale a decir "para no perder el dinero, no lo gane, es más ni se esfuerce por él"
Al igual que al tener dinero, cuando más tienes más despilfarras y creas "necesidades" que antes no existías... Es malo admitirlo, pero cuando tienes alguien que te procura demasiado existe una cierta tendencia a decir "Ah, es mi guardadito, siempre estará allí..." Y no. No siempre... el amor tiende a evaporarse más rápido aún que el alcohol o el dinero.
Yo me he declarado en bancarrota, me he auto exiliado en paraísos emocionales creados a la medida de mis pies y también he tenido épocas de bonanza y derroche de besos... Mis estados emocionales han fluctuado más que mis finanzas y pero he de decir que es el amar es el único capital al que realmente podría apostar...
Porque el que no apuesta, no pierde, pero tampoco gana.
Y cuando de amar se trata, es en la inversión en la que más me gustaría ganar.
D.

Un boeing 307 en Hong Kong que sirve de hotel

Estaba en Hong Kong con mi abuela y una de mis tías. Al parecer la agencia de viajes nos había mandado a hospedar en lo que antiguamente era una casa de seguridad, por lo que nos poníamos nerviosas con todas esas puertas llenas de candados, cerraduras y espacios para lo que probablemente eran cámaras de vigilancia.

Por la noche echaban el cerrojo a todo y estábamos alejadas del centro de la ciudad. Así que sólo pásamos una noche en ese lugar de pesadilla y fuimos al centro, a buscar un mejor hospedaje.

Fiel a mi costumbre, me perdí entre las calles mirando Kimonos de seda roja, mientras que mi tía y mi abuela se metían en la multitud de callejones sin salida.

Llegué a un hotel llamado "La sastrería del rey", que estaba pintado de color azul, con persianas de papel que se enrollaban para evitar que el sol naciente deslumbrara a los huéspedes.

- ¿No ha venido a hospedarse aquí una señora de edad avanzada y una mujer rubia? - Pregunté en inglés...

Y la señorita me explicó que sí, que estában hospedadas allí, pero que ya no tenían camas para mí. Me recomendó hospedarme en el hotel de enfrente, pues era "muy cómodo"

Al parecer el hotel de enfrente estába vacío y no tenía ventanas. Parecía más un viejo mercado abandonado que un auténtico hotel. Al entrar vi que había que subir unos peldaños que en buen mexicano llamaré "huácales".

Todo tenía un profundo olor a cebolla y había que brincar un perro mugriso que dormía tranquilamente en los escalones.

Al llegar arriba, te encontrabas en un avión (que llamaré Boeing 307, a falta de mejores referencias) donde una docena o más de hombres asiáticos dormían acostados de forma horizontal en los asientos dobles o triples, según fuera el caso.

- ¡Arriba, arriba! - Gritaron todos a verme. No sé si era un avión unisex o estába separado... Así que me dirigí hacia las escaleras, al final del pasillo.

- Si quieres te ayudo con tus maletas - Me dijo un hombre rubio, desarrapado, que parecía sacado de algun callejón oscuro, con varios días de no afeitarse.

- ¡Hablas español!- Le dije yo, muy asombrada.
- Soy mexicano. Francisco Miranda, pero todos me dicen Miranda.
- Yo busco a mi abuelita, ¿no la has visto por aquí?
- No, pero podemos buscarla mañana... Hoy ya es tarde, está por anochecer. - Y abriendo una de las persianas del avión vi que el artefacto estaba emplazado justo junto al puerto, donde el sol moría con sus brillos naranjas.

D.

Ciudades Oscuras

Todas las ciudades tienen una calle tan larga como tu miedo. Eso lo aprendí hace poco.
Antes soñaba con que al cruzar el puente que cruzaba la Calzada Ignacio Zaragoza me sumergía en el extraño mundo del "afuera", donde los bordes protectores de mi colonia no podían salvarme. Esas calles oscuras, formaban en realidad la auténtica ciudad. No el entorno urbano que ya llamaba mío, sino esa ciudad oscura que amenazante se erguía como un monstruo frente a tí.
He descubierto que todas las ciudades tienen zonas tenebrosas del tamaño de tu ignorancia.
Mientras menos sabes, más temes. Es entonces que en Sevilla te pierdes en calles llamadas "marmol" o "frío" y te hacen titiritar; es entonces que las ramblas te sorprenden con su diversidad étnica; es así que te intimidas fácilmente con el parloteo incesante de las mujeres en Francia, cuando no sabes si hablan de tí o del clima.
Antes soñaba con ciudades oscuras. Hoy sé que la ciudad más oscura es la mente que crea callejones sin salida en donde la luz está tras la primera pared de ladrillos a derrumbar.
Estoy llena de miedo, de miedos, de terrores, de angustias varias... Y aún así sé que cuando me tiendo a leer un libro esta ciudad oscura se ilumina con el brillo de mil soles, que aún no aprendo a ver.

La canción del conquistador

Últimamente he estado leyendo mucho de los conquistados y los conquistadores. Todo empezó con el libro de "El corazón de Piedra Verde", que me regaló Alejandro antes de irme a España.

Curiosamente coincidió con mi viaje de conquista del viejo continente, pues la historia de Salvador de Mandariaga relata el encuentro de Alfonso Manrique y la princesa texcocana Xuchitl, quien había conocido en sueños al conquistador español.

Desde mi punto de vista hay dos tipos de conquistas... Uno es el estilo Persa, como el rey Darío, que aprovechaba la cultura y la riqueza de los territorios conquistados para enriquecer su reino y "mejorar" su civilización. También Dan Simmons plantea este tipo de conquista en su saga de libros "Hyperion" y "La caída de Hyperion", en donde los éxeter, humanos errabundos que han decidido acoplarse a otras especies del Universo pelean por la red de mundos, dominada por la Hegemonía humana, que se empeña en "Terraformar" todos los planetas existentes antes de habitarlos de la misma forma que habitaron la vieja tierra, que fue destruída en un accidente científico llamado "El gran error"

La otra forma de conquista es precisamente esa: llegar e ignorar todo, destruír todo vestigio de civilizacián e implantar sobre las piedras de los templos, dioses nuevos; sobre las tiendas, nuevas mercancías; sobre el lenguaje, vocablos desconocidos; sobre las mujeres conquistadas, conquistadores...

Creo que en gran parte de las civilizaciones de conquistadores se llevó a cabo esta práctica, tanto que hoy en día tenemos en cartelera 300 y The Pathfinder, las dos películas de acción bélica en las que las conquistas son el tema fuerte...

Y claro, esa simpatía que causan muchos de los vencidos, puesto que a pesar de que la sangre corre por las pantallas y las páginas de los libros, uno no deja de pensar en la resistencia heróica que presentaron muchos pueblos ante la canción del conquistador.

D.

El chocomilk de las dos de la madrugada

Desde que regresé de mi viaje a Europa me da mucho sueño a eso de las 9 de la noche y sin falta despierto entre dos y tres de la madrugada. Según mis cálculos mi cuerpo sigue pensando que a las 3 de la mañana son como las diez, y ya he dormido demasiado.

Así que a las 2 de la madrugada, con pijama de franela y chanclas, me dirigí hacia la cocina y me serví un vaso de leche fría...

Busqué en la alacena y me encontré no el tradicional Choco milk, sino una marca española de chocolate sin tanta azúcar llamada "Cola Cao", que a decir de mi prima malagueña (Madmoiselle Debora) no se come solo.

No sé por qué el Chocomilk será tan azúcarado, pero es realmente delicioso en un día frío, cuando llegas barriendote a cualquier fuente de sodas o juguería y pides tu chocomilk...

Incluso recuerdo que en la primaria vendían los sobres y lo comías como si se tratara de chile en polvo, siendo precursor de bonitos dolores de panza.

Mientras agitaba el chocomilk y me concentraba en el tintineo de la cuchara contra el vaso, pensaba en las muchas cosas sencillas que disfruto en México, en mi casa, que doy por hechas por el simple hecho de encontrarlas a la vuelta de la esquina.

Con un rápido movimiento lavé mi vaso de chocolatote (no tan dulce, ni tan chocolatoso) y me retiré a mi cama donde soñé que me perdía en Japón... pero eso es otra historia.

Fotito


Trilogía de la venganza

El viernes que me quedé en la Facultad a esperar a uno de mis sinodales tuve ocasión de ver "Señor Venganza", del director Park Chan Wook, una obra del cine coreano que me ha dejado impresionada.

Según entendí en la breve explicación que dan antes de proyectar la película esta es la primera parte de una trilogía en donde la siguiente es la muy aclamada "Oldboy" y una de las consideradas mejores películas del 2006, Lady Venganza.

Lady Venganza se está exhibiendo actualmente en la Cineteca Nacional y está programada al menos hasta el día 31 de Marzo, así que espero ir a verla pronto...

Algo curioso de las trilogías es que en todas parece ser la venganza uno de los temas que impulsan que la trama continúe... Por ejemplo, en el Padrino, Star Wars, Spiderman o incluso en otras series más chafas como "Sé lo que hicieron el verano pasado" las cuentas por cobrar siempre terminan saliendo a la luz y explotándole a los protagonistas en la cara...

Bueno, en el caso de "Simpatía por el señor venganza", se trata de una historia independiente de Oldboy y Lady Venganza, pero en sí son varias historias encadenadas por el móvil de querer saldar cuentas.

La historia del "Sr. Venganza" comienza cuando conocemos al protagonista, un muchacho sordo mudo que ha tenido que dejar la escuela de arte para trabajar y pagar las diálisis de su hermana, que se encuentra en la espera de un transplante de riñón.

Al ver lo dificil que es encontrar un donador, el protagonista contacta a unos tráficantes de organos, quienes lo engañan y además de quitarle su riñón se quedan con el dinero que había juntado para la operación.

El doctor el comunica que ya tienen un donante para su hermana y en su desesperación el muchacho decide secuestrar a la hija de su jefe, para pagar la operación con el dinero del rescate... Pero su hermana se entera de que ha secuestrado a la niña y decide suicidarse, entonces nuestro protagonista la va a enterrar y en un descuido la niña se ahoga...

Y bueno, ya no puedo seguirles contándo que pasa, porque se le acaba el chiste a la película, pero es realmente una película muy buena, que te hace pensar si realmente servirá de algo la venganza o como decía el Señor Ladahir: eso es una salvajada.

Mi opinión personal sigue siendo una que le plagié a un aclamado escritor de la red: Yo siento muy rico cuando me vengo.

D.

Ajonjolí de todos los moles

Mucho me sorprendió saber que los españoles confunden el Mole con el Guacamole... así que dediqué 15 minutos de mi visita a Málaga para contar la historia del Mole poblano, aunque nunca pude recordar cuales eran los dos conventos que disputaban la primera receta de mole.

Recuerdo haber contado con lujo de detalles el relato del Obispo que tomando desprevenidas a las monjas clarisas llegó a comer y ellas, no sabiendo que ofrecerle molieron todos los chiles e ingredientes que encontraron en la dispensa para crear un invento sin precedentes gastronómico.

A decir de los antropólogos que tengo a la mano, el mole es una idea prehispánica, pues muchos grupos étnicos ya molían especies y chiles para crear una multitud de salsas amarillas, rojas y verdes (sobre todo) con las que se aderezaban las carnes (guajolote y conejo, sobre todo, pero también de perro, para los grandes banquetes)

El mole poblano es la conjunción de muchas especies que llegaron con los conquistadores, pero también tiene una escencia de las naciones originarias de América, lo cual lo hace un plato morbosamente delicioso, pues tan sólo pensar en la multitud de muertes que fueron necesarias para establecer conventos en este rincón del mundo, hace pensar que también estaba aderezado de sangre y tripas el corazón del mole.

Este corazón oscuro por la piel del cacao, aligerado con el pan duro del convento, tenía también un toque de picante (las variantes a la receta son muchas, pero se dice que al menos se le agregan 17 chiles originarios de Mesoamérica) y dulzura de monja (se le ponen galletas sabor a convento, azúcar, canela...)

El toque final del mole poblano suene ser el ajonjolí, que se agrega para decorar el platillo y además de saber delicioso contrasta por su color claro con el color oscuro que toma la mezcla...

Como este toque final se comenzó a usar en otros tipos de mole, además del poblano, se le decía a la gente excesivamente metiche o que trataba de figurar siempre que era ajonjolí de todos los moles...

Y no, no fue esto lo que les explique a los españoles que tuve el gusto de conocer... sólo les conté que el mole poblano definitivamente NO lleva aguacate.

D.

Acertó quien "El templo del morbo" le puso a este bar...

Morbo, curiosidad, enfermizo placer, miradas hurgando y explorando, ojos que buscan, pupilas que diseccionan...

Los lugares para la exploración morbosa son muchos, cada quien recurre al que mejor le place, pero de un tiempo a esta parte la actividad morbosa está de fiesta: el Internet abre las puertas, las ventanas, los balcones...

Pero aún hay más: se abren los closets, se descorren las cortinas, se meten las manos a los baúles, el ropero de la abuelita ya no es más un secreto. El templo del morbo está abierto.

Los blogs, que tanto pueden ser usados como periódicos en línea y servir a múltiples y muy loables experimentos artísticos, difusión de actividades de las ONG´s y demás actos notables por su altruísmo, son explotadas al máximo por los vouyeristas con exceso de tiempo libre que gozan compartiendo cosas tan sencillas como "me he pintado la sonrisa de carmín y me he colgado el bolso que me regaló", hasta contar oscuras confesiones del tipo "me gusta observar a los perros aparéandose en la calle..."
Curiosamente estos lugares tienen muchisimo éxito. El vouyerismo y el exhibicionismo parecen ser las nuevas religiones que el Internet no inventó, pero si facilitó.

Morbosos del mundo uníos.

Esta red es tan grande, que una gota más en el mar de la morbosidad, la lujuria visual, el exhibicionismo práctico y teórico no cambia nada. Eso lo aprendí en mi blog anterior. Sin embargo ante el reto diario que me ponía (¿o me imponía?) de escribir en mi anterior página, me vi superada por mi falta de temas.

Ahora planeo... bueno, planeo no planear tanto, porque tantos planes habían dado al traste con mi ánimo de escribir. Pero creo que ya he vuelto. Al menos siento los dedos hormigueando de nuevo, con ánimo y temas en la cabeza.

A ver que pasa.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...