Infancia

Tuve una buena infancia. A veces creo que eso se refleja en todas las cosas que pasan después, pero también algunos grandes maleantes tuveron buenas infancias. Y buenas personas han tenido infancias nefastas.

Yo que sé, no conozco a todas las personas del mundo. Sólo sé que mis padres son buenas personas y procuraron, siempre en la medida de sus posibilidades, que fuera una niña feliz.

En días como hoy, que salen a relucir las cifras de la cantidad de niños que viven en las calles, de los que trabajan, de los que son explotados, de los que forman partes de redes de prostitución o se han perdido y nadie sabe si están vivos o no, me pongo a pensar en el concepto de Infancia.


Nos toca ver como los extremos se tocan. Pues así como hay niños en las calles, hay otros extremadamente mimados, que serán unos seres humanos horribles y egoístas, incapaces de ver por los demás.

Que dificil ser padre o madre. Que complicado educar y formar. Que complicado guiar en la vida.

Pienso en ello hoy y no me queda más que pensar en esas burbujas de jabón que mi madre me dejaba preparar. Me imaginaba que cada burbuja que salía era un mundo posible, de colores, que vivía y moría en un instante, estrellandose con algo o estallando por el propio desgaste de la superficie de agua jabonosa.

Así es como estalla la infancia de cada uno de nosotros, se va tornando en un recuerdo amarillo que se quiebra y la redonda esfera que queda, se seca al sol.

D.

Un libro en la fuente

Estoy por terminar Leviatán. Pero ayer, cuando apenas cerraba el libro, pasé cerca de una fuente y me dieron unas ganas enormes de tirarlo. De que la dedicatoria que tiene en la primera hoja se deslavara, de que las páginas del libro se hicieran un mazacote irreconocible...

Pero más que nada, lo que me atraía era la idea de dejar la historia sin final. De saber que ese final existía, pero quedaba ambiguo, inalcanzable, inexorablemente perdido.

Cuando pienso de manera abstracta en el suicidio también pienso en eso: en la cantidad de especulaciones que hace la gente cuando mueres. Todos tienen una versión de por qué, pero en realidad el único que sabe yace en una caja. Apagó la luz, se quedó dormido, ya no despertó.

Se hundió en las posibilidades, en los mundos imaginarios, en el sendero de los caminos que se bifurcan; se cubrió de arena, de polvo, de tierra, de lodo, de agua. Se colgó de un puente, se tiró a algún río, se pegó un tiro, bailó con la más fea, expiró.

La muerte, inexorable llegó y lavó la tinta de su historia, sin que alcanzaramos a leer el final, sin saber si sería feliz, desdichado o pasaría el resto de la vida cantando canciones de Gardel, recordando a aquella mujer, pensando en el camino que recorrieron juntos, en el hijo que nunca tuvieron, en el cuarto de hotel que daba al reloj de Pachuca o la chamarra amarilla que se perdió en una calle... Esas historias no llegó a contarlas, porque no cabían en la nota suicida.

Nadie contará nunca esas historias. Nadie sabría el final de la novela si la hubiera tirado al agua...

Pero no lo hice.

Porque a veces siento que continúo viva por la morbosa curiosidad de saber... ¿Que viene en la página siguiente?

D.

El dìa que dijo No

Brenda subió al pesero, como a diario. Llevaba su bolsa de mano abrazada, como recomendaban en la televisión. Ese día no se había molestado en ponerse aretes, ni en pintarse demasiado. A veces pensaba que su jefe le daba la misma utilidad que a una engrapadora: sólo se percataría de que estaba allí si un día no llegaba, igual como sólo echaría en falta la engrapadora si se le acabaran esos alambritos con los que unía los papeles.

Brenda hacìa horas extras en la oficina, en la espera de algún día ascender de puesto. Por ello luego se le dificultaba cumplir las solicitudes de su madre: "¿De regreso a casa no podrías traer un litro de leche? Mira, a tu hermano le hacen falta un kilo de avena y otro de granola, para sus licuados y a tu padre le hace falta..."

Pronto un litro de leche se convertìa en cualquier cosa. Y cualquier cosa se convertía en una imposibilidad para salir con su "novio". Ella le decía su novio, aunque era dificil saber, porque él llamaba cada vez más espaciadamente, ocupado en algún proyecto secreto que igual podía ser una mujer, un cohete a Marte o una bomba atómica.

Imposible saber, así como imposible era localizar a las amigas, que le pedían cada sábado que se vieran y luego se disculpaban porque "Les dolía una muela", "Su perro estaba por parir cachorritos" o quizá en esa ocasión tenían un bautizo... "repentino, impostergable..." Pero "¿No te importa, verdad? Nos podemos ver otro día..."

La respuesta sería Sí. Sí a las horas extras. Sí a llevar la despensa completa de la semana. Sí a postergar esa cita, la siguiente cita, la vida entera.

Algunas veces Brenda se sentìa culpable de no saber decir No. En voz alta, fuerte, firme. A veces se molestaba mirandose al espejo, con esa timorata blusita café que se había comprado hace diez quincenas, sin atreverse a gastar más en invertir más en ella.

Evitaba con una sonrisa las muestras de catálogos, pues sabía que tendría que decir que Sí, de sólo abrirlos...

Y ahora llevaba uno en la bolsa de mano, marcado con algo bararto, elegido especialmente para evitarse la pena de decirle que No a Isabel, la recepcionista.

En eso pensaba cuando una voz la sacó de su ensueño: "¡Esto es un asalto cabrones! Saquen todo lo que traigan!"


Brenda comenzó a buscar el monedero en su bolsa de mano, cuando de pronto se le ocurrió una idea. El tipo que estaba asaltando el pesero ya había llegado a su lugar.

- Dame todo lo que traigas, rápido- dijo, agitando una navaja cerca de ella, pero aún en el aire.

- No. - Le sorprendió la firmeza de su voz, la determinación que existía en la consonante y la vocal, al pronunciarlas juntas. NO

El tipo se mostraba desconcertado, pues sabía que una sola persona podía poner el mal ejemplo, así que le hizo un gesto a su cómplice, que tenía una pistola.

- Ocúpate de esta.

- ¿Te estás haciendo la dificil, perra? Te dimos una orden - El tipo de la pistola tenía una gorra negra y la ceñida camisa blanca dejaba ver una rosa tatuada sobre el hombro. Brenda se fijó en eso antes de que la cacha de la pistola se le estrellara en la mejilla.

Nunca la habían golpeado. Las personas del pesero se mostraron temerosos, preocupados de que su actitud rebelde provocara un tiroteo.

- Dame lo que traigas. ¡YA!

- No.-Las palabras en esta vez surgieron más temblorosas, pues sentía la boca llena de sangre.

Los tipos parecían tener prisa, así que dejaron de insistir y bajaron en la siguiente esquina; no sin dedicarle una última mirada de odio. Los pasajeros también la miraron extrañada, como a un bicho raro se le mira:

- ¡Que imprudente! Pudieron haberla matado, ¿Qué no ve? A esa gente no le importa nada.

Todo era un remolino en su mente. Su boca sentía un espacio vacío al igual que su estómago. Tenía ganas de volver el estómago.

Bajó del pesero tan pronto como pudo. Caminó un par de cuadras y abrió su monedero. Tenía 20 pesos, un boleto del metro y una nueva palabra en su vocabulario.

D.

Hip Hop por la ciudad

Ayer iba en el pesero y tuve un súbito rush de adrenalina pues se subieron unos tipos con facha de maleantes.

Luego, comenzaron con un discurso que me hace poner en alerta y que me lleva a proteger instintivamente mi monedero:

"Buenas tardes gente, nosotros...

...no venimos a robarlos, venimos a compartir un poco de Hip Hop urbano"

Y entonces comenzaron a rapear, de una manera que nunca había visto en vivo y que te imaginas que sólo se prepara para las películas de Eminem.

En un despliegue de locura extra de la ciudad, había una botarga de cocodrilo en la calle, mientras estos chavos cantaban.

No pude sino darles una moneda y me hubiera gustado abrir la boca para decirles que me sorprendió gratamente lo que presentaron.

Esta ciudad está llena de sorpresas.

D.

Perros de Reserva: una de dos

El título de esta entrada es en homenaje a mi gran amigo y excelente crítico de cine, Juan Cardenas, quien es mi guía y más confiable fuente en asuntos de recomendaciones de cine.

Juan asegura que Perros de Reserva (Reservoir Dogs) es una de las dos mejores películas de Quentin Tarantino, pero yo no podía coincidir con él, porque no la había visto (Si, aquí es cuando ustedes avientan piedras).

Lo cierto es que me sorprendió, es una película con un ritmo vertiginoso y sumamente emocionante, además de que el uso del tiempo en el relato te permiten hacer descubrimientos durante todo el film.

Desde el principio, una escena en un restaurante sobre el tema de las propinas, el espectador se involucra en el interés de querer conocer más de los personajes. Y estos de desplieguan totalmente. Se ha realizado un cuidadoso desarrollo psicológico de cada uno de los involucrados.

Mi papel favorito fue el que desempeña Tim Roth, demuestra que es un gran actor.

Y claro, la música! Voy a tener esa canción lo que resta del mes sonando en mis oídos.

Si son unos sacrílegos y no la han visto, ya no dejen pasar más tiempo.

D.

Día del libro: ese rincón lleno de letras dentro de mi alma

Hay libros por todas partes en mi vida desde siempre. El librero rojo que está en el cuarto de huéspedes fue una presencia constante en mi vida.

Las estanterías de libros más pequeñas, aquella que ahora tiene un olor familiar y antiguo, parecen aguardar algo, esperan mi llegada.

La fidelidad, paciencia, empatía, consentimiento, reconciliación, refugio, aliento, inspiración. Todo eso son para mi los libros, y en esta casa que comparto con ellos no cabe mi agradecimiento.

Aunque pretencioso de mi parte y seguramente injusto, proclamar una lista de mis libros favoritos podría ser un ejercicio interesante.

Es tan flaca la memoria y nos traiciona siempre en los momentos más inoportunos. Pero bueno, acá va:

Libro favorito de la infancia: Tengo un monstruo en el bolsillo

Libro favorito de la adolescencia: La insoportable levedad del ser

Libro favorito del 2010: Kafka en la orilla

Libro que me hizo llorar como niña al fina: Brida

Libro que no quería que se terminara y aplacé por meses: Las dos granjas

Libro que me despierta hambre: El Médico

Libro necesario para enamorados de las letras: La seducción de las palabras

Libro semiótico, mágico, musical: Me llamo Rojo

Libro de detectives para niños: Filo entra en acción

Libro de detective para cualquier edad: Asesinato en el Oriente Express

Historia de amor preferida: Son de mar

Historia de desamor preferida: Demasiado amor

Enciclopedia infaltable: El tesoro de la juventud

Libro de consulta infaltable: Diccionario de retórica y poética de Helena Berinstain

Por si ocupan.

D.

Wi Fit y otras obsesiones humanas

Aprovechando las vacaciones retomé la muy olvidada costumbre de hacer ejercicio en mi tabla de Wi Fit.

Al respecto, debo decir con anticipación, aunque seguramente es algo evidente, que no soy una gran fan del ejercicio y las cosas que hacen sudar (casi todas, al menos) me desagradan.

Claro, el truco de mercadotecnia detrás de esto es que te lo disfrazan de juego en pro de tu salud y bienestar.

Algo que siempre compruebo cuando comienzo una sesión del Wi Fit, es como se aprovecha de nuestra obsesión humana por medir y comparar.

El mecanismo básico es el de una competencia y debo decir que, al menos en un núcleo familiar cerrado como es el mío, funciona muy bien.

El encanto consiste en que, desde que te registras, mide tus avances, tus estancamientos y lleva un registro exacto de cada paso que das: literalmente.

Esa obsesión por romper nuestros propios records, por superarnos a nosotros mismos y a los otros es lo que realmente hace adictivo el juego y te hace volver una y otra vez.

Porque, ¿quien no quiere ser mejor que si mismo?

D.

Remate de libros del Auditorio

Falta exactamente un mes para mi cumpleaños.

Y como soy pobre, pero tengo la conciencia tranquila (ya pagué mis impuestos y no le debo a nadie) me animé a pasar mi primer día de vacaciones en el quinto Remate de libros del Auditorio nacional, donde las editoriales llevan sus libros antes de convertirlos en confetti.

Las bodegas son caras y no hay editorial que aguante ese gasto, así que muchos libros son condenados.

Es algo triste pensar en ello, pero desde las mesas atiborradas en colores en colores vistosos, sabes que sólo un pequeño número de esos libros la "librará".

Viendo las caras de resignación de los que vendían, sabías que regresarían a casa con gran parte del stock, pero los libros más manoseados.

Eso sin contar el robo que se da en estos lugares, donde se reportan altos incidentes debido a las multitudes.

Aún así, mientras trataba de evadir a la gente, como en una especie de danza en torno a las mesas de novedades, colandome entre los arcos que formaba la gente al tomar un ejemplar y saltando a los que se agachaban para ver libros en mesas bajas, se sentía un fresco aire de camaradería y solidaridad, en ese ambiente que compartimos los que queremos los libros: "De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo... Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria". Jorge Luis Borges

La filia por los libros es una perversión terrible, que se expande y no deja lugar al equívoco: se llena uno de papeles, de recuerdos, de esos bichitos patones que comen hojas, de olor a libro, de estantes hechos de madera, de ladrillo, de metal... Y olvidas el olor de las paredes para tapizar todo de colores y letras.

¿El botín de hoy, se preguntan?

Wasabi, de Alan Pauls; Se visten novias, de José Joaquín Blanco; Poesía Reunida, de Juan Carvajal, El hombre que hablana de Octavia de Cádiz, de Alfredo Bryce Echenique; La última noche que pasé contigo, de Mayra Montero y Ese maldito yo, de Emil Cioran.

El remate termina este 24 de abril, así que aún tienen tiempo de ir a encontrar un hallazgo entre las mesas de "Oferta", por 25 o 30 pesitos. La cita es en el Auditorio Nacional, paseo de la Reforma No. 50.

Seguro uno de los 7 mil títulos que ofrecen es para ustedes.

D.

Taxi Driver: salva a la prostituta, salva al mundo

Mi hermana eligió la película en la sección de "Favoritas" con el argumento "Sale Robert DeNiro"

¿Qué se puede hacer contra ello?

Por otra parte el prometedor reparto incluía a Jodie Foster y a Cybill Shepard.

Cuando comenzó la película no pude sino sentir una identificación casi inmediata con el personaje, con su insomnio, con esta forma de lidiar con los problemas y hasta con las reflexiones que le causaba la inmundicia de la ciudad.

Sin embargo, conforme se va haciendo más oscuro el panorama, conforme los eventos se van desencadenando, el personaje crece en complejidad y se vuelve más dificil lograr la empatía con él: a momentos sólo te queda decir "está loco".

Mientras pienso en cómo contarles de Taxi Driver sin arruinarla, me viene a la mente el personaje de Jodie Foster, una joven dedicada a la prostitución, tras haber escapado de casa.

El protagonista se propone rescatar al personaje de Jodie Foster de esa vida, de allí que surja en mi ese simil del slogan de Héroes "Salva a la porrista, salva al mundo", con esta historia.

Vean Taxi Driver, es realmente una gran cinta y un clásico que no deben perderse.

D.

1000 es un número grande

Esta entrada la iba a escribir el día de ayer; pero como es normal, a veces la vida no resulta como uno la planea.

Ayer en mi casa hubo variaciones de voltaje que impedían que escribiera.

Y hoy estoy algo cansada, porque ayer me fui de farra, me moje, me reconcilié un poco con mi vida (con una etapa de mi vida, sobre todo) y ya estoy de vuelta, como si viniera desde otro mundo.

Explorando la teoría del eterno retorno.

Este blog se creo el 18 de Marzo del 2007, lo cual quiere decir que ya tiene más de 4 años.

En ese tiempo le he cambiado de nombre cuatro veces: pasó de ser "El Templo del Morbo" a "La Calle Melancolía", hace poco le llamé "Vuelta de Hoja" y recientemente narra "Las aventuras de la Minifalda Vengadora".

En estas 4 etapas he conocido a mucha gente, me he enamorado muchas veces (con ese vicio mío de enamorarme en cada esquina), me han roto el corazón, también he pateado yo algunos corazones (Corte a la escena de los Simpson donde la malvada chica arranca el corazón de Bart y lo patea, mientras dice "Ya no vas a necesitar esto"), he conocido muchas canciones, leído buenos libros, visto muchas películas, andado por muchos caminos, estrechado manos nuevas de gente que ya no volveré a ver nunca (espero) y de otras que se han colado en mi vida de modo que ya no tengo que estrecharles la mano, porque con un golpe de viento sé que necesitan de mi.

La vida, pues...

Yo, que no estoy vacunada contra el azar, me he topado de frente con muchas cosas en mis andanzas por los tejados, pero aún así creo que este blog sigue siendo algo ingenuo, fiel a su pretensión de vivir como el arte de conjugar verbos, que planteó alguna vez el Indigente, quien fue el primero en comentar.

Por cierto, ya no me comentan como antes; creo que mis amigos tienen menos tiempo, mis enemigos ya se dieron cuenta de que no soy tan peligrosa como pensaban y el resto de la gente viene buscando los horarios de los restaurantes que a veces coloco, como por descuido.

También mi vida es menos interesante, creo yo. Sobre todo después de leer esta entrada, ahora no hay viajes a Europa, ni tesis recién publicadas; pero sigo leyendo libros bonitos, aunque pienso que ya no escribo cosas tan interesantes, pintorescas, coloridas, lluviosas.

Eso si, tengo, un montón de preguntas como estás y deseos como estos. Me encantaría decir que he tenido una evolución notable en mis gustos y aficiones, en mi guardarropa, ni en mi intento de encontrar el amor (Sin éxito) 

Pero no, aquí sólo envejezco, no cambio.  Aún me gusta que me celebren mi cumpleaños, me den regalos en Navidad y la lista de los regalos que deseo no ha cambiado. Aún me emociono con un vasito de esquites y seguramente lo seguiré haciendo hasta que ya no pueda masticarlos.

Tal como cuento en esta entrada  llevo ya bastante tiempo en el mundo de los blogs como para saber que todos mentimos un poco en un blog.

Posiblemente una de mis autodescripciones más honestas no la hice yo, sino Efraín Huerta en esta entrada.

Quizá algún día llegue a ser esta chica, que escucha abrirse las flores, mientras tanto, me conformo con ser la otra chica, la de la minifalda vengadora (que no siempre gana, por cierto), pero que algunos días obtiene pequeñas victorias como esta. 

En realidad esta entrada no habla de nada, de nadie, es sólo un agradecimiento a quienes han estado.Al primero en comentar mis entradas, el Indigento, a mi cómplice de siempre en películas y música, Juan, a Nezumi, que me ha dado siempre el apoyo, la comprensión, el tiempo, la luz de su cámara y su compañía; a Iqui, quien me ha enseñado tantas cosas útiles;  a Yareli, que es como la hermana que la vida me envió; a Stardust, a Edel, a Rinobod; a Mar, a Natalia, que saben la historia; a Luna Mediana, a Omnimayas, a Fher, que desde lejos me han tocado con sus ojos; a Tomás, a David, a Raúl, La pequeña Saltamontes, a Marisol, por el tiempo, la dedicación, los ojos; a mis cómplices regiomontanos, mi esposa Mynn y Ajax (mi matemático favorito)... y a tanta gente que se me escapa ahora, que ha sido mi interlocutor, mi lector, mi escucha, mi reinterpretante, mi razón para seguir escribiendo.

Finalmente gracias a Daniel Barbosa por darme ánimos en su último correo.

Si, lo haré. Seguiré escribiendo Daniel.

Un abrazo a todos, aún si no me están leyendo.

D.

Tlaloc

Cuando llegué a casa, comenzaban a caer las primeras gotas de lluvia.

Me gusta ver llover y no mojarme.

Me gustan las margaritas sin resaca, el amor sin lágrimas, la nostalgia sosegada, las amistades con galletas.

Me gusta la lluvia en los cristales...

Pero no aprecio tanto mis calcetas empapadas.

El cielo está nublado y me quedaré a pensar en las consecuencias de mis actos, mientras llueve.

D.

Del impulso de escribir

He estado pensando en la profesión de escritor. A veces creo que pienso más en el tema de lo que realmente escribo.

Lo cierto es que pienso en ello...

¿El escritor nace o se hace?

¿Escribimos para alguien, para nadie, para nosotros?

¿Cual es la forma "correcta" de ser escritor? ¿Se puede hablar de la corrección al escribir?

Las editoriales, los distribuidores, las nuevas tecnologís, los bajos niveles de lectura en el país...

Algunos días si me la creo: hay que escribir, pese a todo, pesele a quien le pese, en cualquier lugar,  en las esquinas de los libros, en las servilletas, en el vaho de las ventanas. Hay que escribir como vocación, por latido, sin hablarle a nadie de ello, con la convicción de que hoy pondré 6 mil caracteres y mañana también, que hoy voy a leer 30, mil caracteres y mañana también...

A veces creo que cualquier historia es buena y a veces creo que todos los personajes merecen una voz...

Otras veces me gana la desesperanza y siento que es inútil, que nunca llegaré a los tres mil caracteres, ni podré publicar algo más que una cuartilla de tinta en un periódico que envolverá papayas.

Hay días grises aunque el sol brille allá afuera, donde el demonio de la desesperanza me grita que nadie lee nunca nada, que la soledad que nos abarca es tan enorme que no vale la pena intentar hacer contacto con cualquier otro ser humano, que el silencio es lo único que permanece en el espacio.

Me resulta dificil decidir las respuestas. Hoy no las tengo y sólo tengo el impulso de escribir.

D.

Sobre la fealdad

Desde pequeña me intriga la belleza. Pensaba en ella como una abstracciòn, como una meta. Pero últimamente he tenido ocasiòn de pensar en la fealdad.

La belleza tiende a establecer canones, a reglamentarse, a parecerse en cierta época y lugar: lo que es considerado bello se estandariza.

Sin embargo, lo feo tiende al caos. No parece haber forma de estandarizarlo y cada feo es feo en su forma única y específica. La belleza, sin embargo, puede describirse con más sencilles "Ojos grandes, nariz fina, boca de ensueño..."

La fealdad puede expresarse de tantas formas... la decoloración, variación, irregularidad, depresión, prominencia, agudeza, redondez, rugosidad, burdos acabados de los trazos físicos y corporales; así como de las formas en general (no sólo las personas, sino también los animales y las cosas pueden ser feas), son tantas y tan diversas, que tienden al infinito.

La ciudad de México, por ejemplo, está llena de ejemplos de fealdad urbana... y aún así, en su peculiaridad resulta interesante perder la mirada en la fealdad, sumergirse en los abismos de lo que rompe en canon, maravillarse del encanto de la fealdad.

D.

La chica que soñaba con un cerillo y un bidón de gasolina

Mientras escribo esta canción suena el tema princopal de Jessica Rabit en "Quien engañó a Roger Rabitt?", lo cual me hace pensar en la condición femenina...

A veces pareciera que las mujeres sólo tenemos dos opciones en la vida: ser la mala del cuento o la inocente víctima. ¿Dónde se forma uno para no ser ninguna de las dos?

Al respecto, un amigo me confesó hace poco: dejé de leer tu blog porque sé que esa historia, por más que te esfuerces no tendrá final feliz.

Y es que en algún punto de la historia tienes que elegir si dejarás de ser víctima y te pondrás de pie... con todo y las consecuencias.

Lo pensaba, pensaba en esto hace un rato, mientras veía la segunda parte de la trilogía Millenium y la lucha de Lisbeth Salander por escapar de su pasado.

El dinero no importa, si algo te ata al ayer con fuerza, si la huella de la violencia y la ira te siguen consumiendo como un fuego griego, que arde pese a las lágrimas que viertes sobre él.

¿Qué cosa tiene el poder de curarnos? ¿Cómo podemos escapar de nuestra propia historia?

La segunda parte de la trilogía Millenium, al menos en la cinta, fue menos detectivesca. En lo personal disfruté más la primera parte, pero agradezco el paréntesis para pensar en cómo buscar el equilibrio en este mundo.

Recomendable, cuatro estrellitas.

D.

Deseo cumplido

¿Recuerda usted, amable lector, que este año aseguré que lo que más quería era tener un año lleno de "deliciosos enredos románticos? (Por si no se acuerda, acá le tengo la entrada donde lo dije).

Bien, pues mi deseo ha sido concedido.

Así que no puedo quejarme.

Claro, las cosas no salen como uno las espera... pero bueno, yo siempre estoy dispuesta para lo mejor y agradezco a la vida por lo que venga.

D.

Sin cortinas

A veces, cuando te asomas a una ventana sin cortinas sientes el vértigo de la calle abajo, que te llama como si quisiera que saltaras.

A veces, cuando te detienes desnuda frente a un ventanal sin cortinas, ves la ciudad y las bicicletas que pasan, el señor de la panadería y las beatas que se encaminan a la iglesia, y el hombre que duerme entre cartones...

Y miras hacia el cielo azul oscuro y en la noche se van perdiendo algunas cosas que creías encontradas y encuentras respuesta a preguntas que no te habías hecho.

Tiro un sedal con la mirada y encuentro en el reflejo de la ventana.

Me miro desnuda, sin cortinas, viendo la calle por la que pasaba mi fantasma.

D.

"Tenemos que hablar" y otras frases hechas

Quizá, entre las frases que más me dan miedo junto con "Catástrofe nuclear", "Esto es un asalto", "Te hablamos de la familia Michoacana, cabrón..." está "Tenemos que hablar".

Y es que, ¿cómo no ponerse a temblar cuando a alguien se le ocurre enumerar esas palabras en ese preciso orden?

Hablar es, para mi gusto, una de las actividades que más beneficios le ha traído al ser humano, pues permite el poner el común, el transmitir la memoria colectiva, el crear sociedades, cultura, acuerdos, diplomacia, viajes a la luna...

Pero la innevitable impostergabilidad de las cosas (El "Tener que") cierne sobre el verbo hablar una nube negra, de terribles e impensables alcances.

Sobre todo porque, como dice Ladahir en su siempre muy adecuada editorialización de lo que digo... Tenemos que hablar es la anticipación de un monólogo.

De un "Tengo que decirte varias cosas y no te van a gustar, pero debo decirlas YA!"

Lo malo de esto es que "hablar", en este caso, no admite posibilidad de replica, negociación o diálogo de ningún tipo.

El Tenemos que hablar surge cuando el diálogo se ha roto, cuando el corazón se ha roto, cuando la paz se ha terminado y el entrechocar aspero de las palabras causa fricciones... y aún así, tenemos que hablar.


Y yo, que acuno con cuidado entre mis manos el lenguaje, que lo llevo como capa, que me envuelvo en él cuando hace frío y lo uso de sombrilla o minifalda, según sea el caso y la conveniencia, cuando me lo ponen como venda, me amordazan, me sientan en una silla y me envuelven como momia en las palabras, no me queda más que mirar al vacío, en silencio, como ese lenguaje que tanto quiero me asfixia hasta dejarme no sólo sin aire, también sin palabras.

D.

Habitado por Dioses personales, Eduardo Casar

Conocí a Eduardo Casar, posiblemente como muchos de ustedes, viendo la tele.

Me gustaba como se reìa y la manera en que explicaba el origen de "La dichosa palabra" en el programa del canal 22.

Después un amigo me dijo que le daba clases en la Facultad de Filosofìa y Letras.

Luego, otro amigo me dijo que era su tío.

Por razones que no vienen al caso mencionar, una vez me invitó a bailar.

Y hace casi un año me regalaron un libro de él.

Y de eso querìa contarles... pero es que he tenido tantos mini encuentros con el escritor Eduardo Casar, que pensé que no estaría de mal decirles que me encantó su libro sin confesar que muchas cosas me predispusieron a quererlo tanto.

Lo cierto es que la poesìa de Eduardo Casar, es directa, sin rebuscamientos ni adornos preciosistas. Tiene la claridad del mar y tambièn su fuerza. La manera en que afirma, los juegos a los que se entrega y la manera en que deja ir una palabra, repicando, con la claridad de una campana bien tañida.

Les recomiendo ampliamente la poesìa de Eduardo Casar. Lo único que me molesta de este libro es que sea tan breve.

D.

Los agentes del destino

La manera en que nos venden esta historia, al menos en el trailer, es como una cinta de acción.

Lo cierto es que, lo que en verdad ofrece Matt Damon es una historia de amor.

Y es que, de nuevo el protagonista de "Los agentes del destino" se enfrenta a un viejo reto de tantas historias clàsicas: ¿Debe uno desafiar al destino, cuando tiene la rara ocasión de encontrarse con el amor?

¿Debemos defender lo que sentimos, antes de lo que es correcto?

Y aquella taza de café que cae sobre nuestra camisa... ¿es la culpable de que no encontremos al amor de nuestra vida en un autobus que perdemos, para siempre? o esa misma taza de café nos salva la vida, al evitar que crucemos?

¿Y todo está escrito? ¿o es un plan que se reeinventa a cada segundo?

Yo, hace ya más de 10 años hablé de lo inexorable del destino...

Pero eso fue hace mucho. Cuando creía en él. Ahora, cuando me hablan del destino cambio de conversación.

Sólo para personas que crean aún en el amor... Tres estrellitas.

D.

Entre tuiteros te veas

Ahora que la señorita Luna Mediana comentaba que aún no terminaba de entender para que servía el tuiter, quiero compartirles dos experiencias que tuve en la semana, que fueron patrocinadas por esta conocida red social.

Resulta que yo abrí mi cuenta de Twitter hace ya casi dos años, pero la comencé a usar más a partir de que compré un teléfono que me permitía revisar mi "Línea de tiempo" y saber que hacía la gente...

Y más que nada, fue por eso que tuve el placer de conocer a Ale y a Pablo, una pareja genial que son super apasionados del cine, con quien hice una trivia en la entrega de los Oscares, la cual ganó Fernando, por lo que nos reunimos para juntar las películas que consistirían en su premio (y de paso romper la cuarta pared).

Esta amena tarde, me hizo pensar en que lo importante son las pasiones que compartimos, pues en otro tiempo seguramente Ale, Pablo, Fernando y yo nunca nos hubiéramos conocido, y allí estábamos, tomando el fresco de la noche en Insurgentes.

Y un par de días después, acudí al Vive Libro 2011, un evento cultural en el que se intercambiaron libros con la única condición de la buena voluntad de los participantes.

Aunque allí no conocía a casi nadie (la experiencia me recordó un poco a mi primer día en la universidad, pero en esta ocasión si hubo chelas) pude comprobar que hay gente bien intencionada por todas partes...

Ya pensaré en esas 100 cosas que le debo al tuiter. Por ahora sólo le agradezco la oportunidad de conocer a gente que comparte nuestras pasiones.

D.

Esperando a Godot

Me advirtieron que podía caer en una seria depresión después de leer "Esperando a Godot" y es que, en efecto, la obra ilustra mucho del sin sentido de la vida humana.

Sin embargo la vivacidad de los personajes que retrata Samuel Beckett no puede sino asombrarnos y maravillarnos, pues en un páramo tan árido se lleva a cabo una profunda reflexión sobre el tiempo, la espera, la ausencia, las prioridades del hombre, el esclavismo y tantas y tantas cosas.

Y sí, nada más eso faltaba, otra reflexión de lo mismo de "Esperando a Godot", pero no pude más que sentirme emocionada de leerlo, de reinventar el tiempo de la espera, de esperar el final de las cosas.

Y es que, aún sabiendo que Godot nunca llegará, un poquito de esperanza se colaba hasta la última página.

Muy recomendable, cinco estrellas

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...