I
Tristes mordidas azucaradas
limón en el aire agrio:
recomponerse de las semillas
y de la carne.
Negro viento que ya no es nada,
que se disuelve en el tacto de tus dedos,
en la paz de tu saliva,
cuando me dices que todo saldrá bien,
siempre y cuando sigamos fluyendo,
sigamos transcurriendo.
II
Mujer diurna,
mujer que canta
transponiendo el ayer,
mezclando imágenes confrontadas,
evocando los sentidos
bajo la penetrante mirada del inmortal recuerdo de una pasión extinta.
Testigo directo de la voz,
de la muerte auspiciada por el diablo:
cuando se elige el desasosiego y la herida como camino
todo el encanto tiene una pena
y cada recuerdo, una explicación casi mística.
III
Nada empaña el abrazo fraternal de quien antes fue un brutal enemigo:
"Soy hija de un sueño amargo
cada día cargo mi pluma con mi sudor y mis lágrimas"
Ilegal, bajo el sol, mi alegría danza con los peces,
los pájaros, los árboles:un murmullo eléctrico de cigarras en las calles
que cantan sorbos de conveniencia.
IV
Fresco marfil oscuro al final del díapolvo y fuego, desmoronándolo todo...
La conocí un domingo: mujer viento, mujer arena, mujer libre;
taconeo del bosque, ojos moros, negro velo;
la torera, la acogida, la muerta,
tarde de rebozos y toros bajo el moral...Mujer que sueña.
V
Despierto
y la vida me parece un caleidoscopio amarillo
donde el sol es la luz que filtra mi voz
tras el cristal de las ventanas
cada vez más difractadas
en voz y canto.
Despierto
y a mi nariz llega el aroma del pan caliente
del suavizante que usa mi madre en las almohadas
cuando el olor a cama se va por el lavabo
y todo parece recién estrenado.
Despierto
y mis manos comienzan a creer en los milagros,
mis ojos recuerdan que existen las sonrisas,
mientras mi boca saborea leche y miel,
frutos de algún panal divino.
Despierto
y alguna fuerza más grande que mis pasos
me impulsan hacia fuera de la cama
motivándome a encontrar la puerta abierta
y a saltar las trancas.
Perdida en este bosque de antonimias,
camino por calles manchadas,
llenas de barro de los zapatos ajenos.
Me bebo el zumo de algún recuerdo
y descubro las nubes del ayer:
Veo... que sí, he vivido...
y tengo más recuerdos de ti:
un picnic en el pasto,
con caricias incluidas,
besos de cereza sobre pasteles de crema
en ruinosos hoteles que caen a pedazos.
Veo mil cintas infantiles
y mares azules,
donde comí cócteles de camarones
y me tendí a pensar sobre la muerte...
y el infinito.
He balanceado mis pies en más barrancos
de los que debería estar permitido.
También he dado besos profanos
transgrediendo normas y fronteras,
más, más, cada vez más...
hasta crearme reputación de fácil.
He ahogado con la mirada
tantas pinceladas de arco iris
que mis ojos son marejadas de colores
que van a estrellarse en tus costas
pintándote de mariposas las costillas.
Ahora, justo ahora, pienso en las veces
en que he dicho mentiras
para despertar tu compasión y simpatía...
Ahora, justo ahora, pienso en los libros
en que he metido la nariz
cuando ya me he cansado de todo y todos...
Cuando he decidido que este mundo no me alcanza
y debo buscarme otros.
Naufragué con todos los sentidos
en docenas de cientos de rollos de películas
que me mostraron en su pleno esplendor
la sonrisa de la vieja bruja de la noche...
Y si ahora se apaga toda luz,
podré confesar...
que la vida me hizo un guiño
con la sonrisa de la luna,
quien me hizo su cómplice
mientras yo me extasiaba
catalogando a las estrellas
por medidas y distancias,
con mis quejas vocingleras
a voz de cuello...
y mi música, siempre mi música...
Dulce veneno que infectó cada vena
de blancas y corcheas...
Y si ahora se apaga la sonrisa
de la vieja bruja de la noche
podré decirle, antes de cerrar el telón,
que nada ha sido en vano...
D.